Opinión

Los compañeros de cama

Y a todo esto este servidor no acaba de desentrañar la madeja y se pregunta cómo es posible que la más poderosa y representativa burguesía  que es la catalana conviva y actúe de la mano de la ultra izquierda antisistema en esta ópera bufa que propugna instaurar una república independiente. Pero en esa misma persecución de claves que le aclaren comportamientos incomprensibles se pregunta también qué pasa en ciertas áreas del mundo exterior como por ejemplo el de la prensa internacional que torna desgraciadamente a las andadas. Es un tratamiento que parecía abandonado pero la épica es muy golosa y vende muchos ejemplares.
No hay método sin embargo para  entender la extraña alianza socio-política que ha hecho a la derecha más retrógrada y la izquierda más agresiva compañeros de cama en la búsqueda del amanecer de un nuevo estado libre y republicano. Ni es posible asumir la fórmula por la que los órganos más representativos del poder económico catalán se abrazan con los anarquistas de la CUP en el compromiso de una misma causa sabiendo que, si la CUP triunfa y se perpetúa, las piezas de caza mayor que va a salir a cazar en cuanto se consolide serán los que nutren las filas de sus ahora aliados. Cuentan que los empingorotados espectadores de punta en blanco que acudían hace dos noches a una gala del Liceu gritaron “votarem” al final de la función y cantaron a coro “Els Segadors” olvidando sin duda que  hace siglo y pico los anarquistas -cuyos hijos participan en el Gobierno de la autonomía- les ponían bombas en el patio de butacas para matarlos a todos. La empanada social es en Cataluña un culo de saco tan profundo y desconcertante que lo mejor es dejar que se interprete a si mismo y que, finalizada la tregua, termine despedazándose. Cualquier historiador algo avisado y ligeramente neutral sabe que antecedentes de esta locura se escenificaron en estas mismas localizaciones durante la República del año 34 y que el Gobierno de entonces aplicó las competencias de Estado sin que le temblara la mano. El general Baset intervino, el asunto fue restablecido, la Guardia Civil tomó las funciones de orden público y Companys y el resto del Gobierno catalán declarado en rebeldía fueron a la cárcel. Fue liberado en 1936 con el triunfo del Frente Popular y el país en guerra. Pero los ejemplos no sirven de nada.
 

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