Opinión

El lado humano

El caso del dirigente de Podemos Iñigo Errejón al que un departamento de la Universidad de Málaga gobernado por uno de sus profesores que también pertenece al partido le ha otorgado una beca ficticia de 1.800 euros al mes por no hacer absolutamente nada es un tema menor en el piélago de situaciones deshonrosas en el que nos movemos pero expresa muy a las claras las características de esa corruptela de segunda división que es el pan nuestro de cada día en esta sociedad nuestra en el que cada uno se busca las habichuelas por donde puede aunque haya que apelar a cuestiones no estrictamente santas. Errejón es un caso típico. Un joven licenciado, soltero y necesitado a quien su profe y colega le busca y encuentra un modo de solucionarle la vida sin que se note, enchufándole una beca razonablemente remunerada con la que ir tirando sin que la cosa pase a mayores y procurando que los demás no se enteren de nada. “No te preocupes, tío –le diría el profe- que yo te busco un apaño. Déjamelo a mí que lo arreglamos”.
Lo desagradable y sin embargo lectivo de este episodio es que nadie, ni siquiera los supuestos azotes del corrupto, están libres de tentaciones. Uno de ellos ha metido mano en la mandanga como la han metido muchos antes y la seguirán metiendo otros después porque este capítulo de becas concedidas a discreción cuyos tomadores no están sujetos ni obligados a nada es un escándalo. Pero a Podemos le han roto el virgo de la honestidad a prueba de bomba y tras este guiño de novela picaresca que afecta a Errejón vendrán seguramente más y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
El discurso de Podemos, aireado hasta la borrachera por cadenas de televisión y papel impreso –lo que no le resulta suficiente a su líder quien se quejaba hace unos días de que RTVE no le hubiera llamado para una entrevista lo cuál le parecía un escándalo- es un discurso muy peligroso porque está expuesto. Es demagógico y falso, se asienta en principios muy delicados y comportamientos como el de Errejón le convierten en vulnerable, pretencioso y hueco de verdadera enjundia y sentido. Nadie es perfecto ni es aceptable convertirse en santón de la honestidad. Porque luego viene el lado humano y te jode.

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