Opinión

La ventaja de ser europeo

A pesar de las turbulencias existentes y a pesar de algunas llamativas disidencias que me han dejado un cuerpo malísimo, sigo pensando que es una auténtica fortuna ser europeo. Sobre todo, y como nos pasa a nuestra generación, cuando sabemos que en el momento en que nacimos no lo éramos: o al menos, sabíamos que lo éramos desde el punto de vista estrictamente geográfico pero nada más que eso. Los españoles crecidos en la Dictadura, como es mi caso, hubimos de reconsiderarnos y reconstruirnos varias veces para poder hacernos a nuevas y gozosas situaciones a las que no estábamos habituados y a las que nos sumamos con esperanza y con preocupación también. Por ejemplo, nos inquietó mucho eso de ser europeos.
 Pero aprendimos. A salir de nuestro viejo rincón de sol y sombra, a caminar sin vergüenza ni inferioridad por nuestro propio continente, a descontaminarnos de prejuicios, a mudar de piel, a abandonar definitivamente el abrigo de luto riguroso, a viajar en tren por Austria, Holanda, Italia o Bélgica con el natural acojonamiento que fue pasando poco a poco…  Fue un proceso lento y  trabajoso al que nosotros nos asomamos como el que se acerca a la orilla de la playa y mete un pie en el agua para comprobar si está fría. La mayor parte de los españoles metió el pie alarmado no solo por la temperatura del agua sino  por la posibilidad de que saliera de ella un tiburón con las fauces abiertas y nos lo comiera.
Hoy, esos terrores están superados afortunadamente y ser europeo, con sus luces y sus sombras correspondientes, es un distintivo del que debemos sentirnos legítimamente orgullosos en una Europa plural, abierta y acogedora en la que conviven multitud de culturas. Quizá por eso y como ferviente europeo que adora su continente, observo con preocupación y sin haberme repuesto todavía de la sorpresa, un fenómeno  tan profundamente absurdo y sin sentido como el Brexit del que, estoy seguro, muchos de sus seguidores ahora mismo se arrepienten. Estuve en Inglaterra hace poco tiempo y, tras disfrutar sincera y sencillamente de un país fascinante y sorprendente como siempre lo ha sido para mí, aún entiendo menos qué ocurrió para que se pegaran un tiro en el pie. Que me lo expliquen otros porque ni ellos mismos fueron capaces de hacerlo.

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