Opinión

La parejita

Aficionado a la música como soy y modesto practicante, me he asomado a la visión del video clip que presentará al mundo el tema elegido para representarnos en el Festival de Eurovisión.   La canción  que interpretará la rosada pareja que integran Alfred y Amaya, se llama precisamente “Mi canción”,  y es una balada pasada de azúcar que desde el punto de vista musical no aporta novedades y que, escrita en do mayor, se deja tocar y cantar sin excesivas complicaciones por cualquiera que haya cogido en sus manos una guitarra. Es verdad que la primera versión muy a palo seco y con muy poca gracia ha sido objeto de un arreglo más definido y con más aportaciones, pero su esencia es similar. Para colmo, los realizadores del vídeo promocional se ha decantado por acudir a todos los tópicos posibles inspirándose para ello en secuencias ya realizadas, desde el vuelo de Peter Pan y Wendy hasta las recientes imágenes de la última película de Guillermo del Toro que se ha llevado el Óscar  con la criatura acuática y la limpiadora del laboratorio secreto marcándose un vals. Amaya y Alfred se miran y se remiran embelesados, se acarician, se abrazan, se fascinan mutuamente remontan el vuelo y entre medias de tanta nata montada y tanto chorro de almíbar, para que no se pierdan las esencias, cantan esta historia de amor intemporal que aspira a ser la propia. Una historia simple como el mecanismo de un chupa-chup que algunos optimistas suponen puede ganar el próximo mes de mayo en Lisboa.
Para hacer un papel digno en Eurovisión, los responsables llevan mucho tiempo buscando soluciones y han probado fórmulas de toda condición. Desde el pasado –quizá desde Sergio Dalma- la representación española no obtiene un buen puesto y los últimos años los resultados han sido catastróficos. Para ello se ha echado mano de los ganadores de OT mayoritariamente, pero también se ha intentado con un actor de la factoría Buenafuente haciendo el ridículo más espantoso, gente elegida a dedo, convocatoria abiertas y cerradas, e incluso una trampa flagrante para disfrazar de votación popular la presencia de un propio ya designado que, para colmo de males, perpetró un gallo que le ha condenado de por vida. Nos ha tocado incluso  la presencia en el escenario de un tío que apareció en él por sorpresa y desnudo. Nos ha pasado de todo.
 Tras el vídeo promocional sospecho que no va a mejorar nuestra suerte con este pastel que canta una parejita melosa, tontorra de puro buena y tiernamente enamorada. Si me equivoco pago unas cañas.

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