Opinión

La música y el fútbol

Dicen los expertos que el fútbol es, junto a la música, el fenómeno más universalmente compartido. Esta poderosísima condición que convierte el fútbol en un hecho capaz de mover millones y millones de personas, puede por tanto obtener resultados extraordinariamente positivos si tal sentimiento  se consigue gestionar por el lado generoso y positivo y puede ser una perdición si las pasiones se encienden, se descontrolan y se orientan por el lado oscuro y negativo. Personalmente soy un entusiasta  y entregado admirador de ambas materias, y por ahora no solo no me han fallado sino que me han ofrecido felicidad en todos los momentos de mi vida incluso y si me apuran, en el día en el que pierde mi equipo. Estoy completamente convencido de que tanto la música como el fútbol han contribuido a hacerme mejor persona. Lo digo aquí y ahora que estoy de visita en una ciudad en la que las dos cosas son una religión. Estoy ahora mismo escribiendo en Liverpool, con un ojo puesto en Anfield Road que me pilla a un centenar de metros de donde estoy, y el oído atento y regalado por la música incomparable de cuatro hijos de esta ciudad y su clase trabajadora llamados John, George, Paul y Ringo que la pusieron en el mundo y ahí sigue. Una ciudad de medio millón de habitantes a orillas del río Mersey en cuyo entorno se dibuja un paisaje urbano en modo alguno opuesto a Vigo. En Liverpool, la desembocadura del río y por tanto la salida al mar abierto se sitúa a la derecha del espectador y en Vigo se sale hacia la izquierda camino de las islas Cíes. Por lo demás, me atrevo a sugerir que es casi lo mismo. Vivimos en un mundo global en el que las diferencias se han ido limando y los gustos son cada vez más homogéneos. Hay sin embargo aspectos que consiguen la singularidad y contribuyen a darle a este mundo su brillo.
La música y el fútbol son dos causas nobles que la humanidad no puede dejar en manos de individuos sin principios.  Gestionadas ambas materias por manos cariñosas tienen tanta fortaleza y poseen tantas razones para llegar al corazón que se convierten en instrumentos de regeneración y justicia. Yo así lo creo aunque vengan energúmenos a destruir el fútbol con su salvajismo o a tratar de matar la música con sus aberraciones. Y  en ello confío.

Te puede interesar