Opinión

La mujer del año

El  colofón a todo un año tiene en el ámbito periodístico un compromiso al que pocos medios se sustraen. Así como  la publicación de una inocentada tal día como ayer ha caído en desuso y pocos medios de comunicación practican esa costumbre que era casi obligada el siglo pasado, la elección del personaje del año es ya una obligación y sé de redacciones en las que la decisión implica un arduo debate no exento de ásperas broncas. Un diario de tirada nacional ha hecho personaje del año al nuevo presidente de la República francesa y probablemente sea una elección justificada. Macron es un político joven y sorprendente que ha abierto una ventana para que entre el aire en un país cuya política estaba enrocada en un turnismo desganado que no ofrecía gran cosa a los electores, cuya respuesta ante unas ofertas víctimas de agotamiento fue abrirse a otras propuestas más renovadoras aunque  alguna de ellas tuviera más peligro que una piraña en una bañera. Macron tiene ante sí un panorama cuajado de dificultades al que tendrá que hacer frente aplicando recetas correctoras que no hacen precisamente amigos, pero tiene algo que transmite confianza. Es bajito y cercano, le suena a leal la sonrisa y ha sido capaz de concitar los anhelos de un segmento de población amplio y variopinto que no tiene filiación sino muchas ganas de que las cosas cambien.
En nuestro país, el personaje del año debería proceder para bien y para mal, de Cataluña porque ha sido Cataluña la que más argumentos ha ofrecido para dar titulares de prensa. Muchos pensarán que el tipo que más veces ha salido en los informativos es Puigdemont y que por tanto es el que merece el título pero a mi me parece que el galardón debe ser para Inés Arrimadas seguramente por el mismo razonamiento por el que en otras páginas se nomina a Emmanuel Macron. En mi opinión, si uno compara los méritos del fugitivo de la Justicia que el de la líder de Ciudadanos no hay color. Arrimadas es el personaje del año. Ha coronado una gestión ejemplar en fondo y forma con el triunfo en las elecciones regionales de hace dos semanas. Un triunfo en el que se concitan todos los méritos y todas las virtudes de una joven potencia que está expresando y haciendo suyos muchos y muy numerosos anhelos. En un mundo de hombres, Arrimadas comenzó  manifestándose como una cara bonita. Hoy le ha dado un buen meneo al separatismo, debería presidir la Generalitat y probablemente su carrera no ha hecho más que empezar. Es toda una estrella.
 

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