Opinión

La de cada mañana

Los acontecimientos prácticamente diarios que complican la vida de un Gobierno de condición cada vez más precaria demuestran la necesidad ineludible de una convocatoria electoral que consiga meter en cintura este escenario inestable y caótico al que nos vemos abocados de mañana en mañana. En la de ayer mismo, un viejo pellejo con cara de garrapata como el hermano tonto de los Maragall en su dudosa calidad de ministro de Asuntos Exteriores del Ejecutivo catalán –que no puede tener ministro de Asuntos Exteriores porque no tiene competencias en esa materia pero tiene hasta embajadas- afirmó públicamente en declaraciones radiadas que la ministra Batet se había comprometido con él para mediar ante la Fiscalía y conseguir una pronta liberación de los sediciosos independentistas a estas alturas huéspedes de las cárceles de su tierra natal. La ministra ha puesto el grito en el cielo y lo ha tachado de mentiroso, exigiendo que rectifique. Pero este galápago que sabe lo hace y que es consciente de  en qué agujero mete el palo, no va a echarse atrás ni muerto. Que la ministra lo sepa, que la duda se siembre y que cada cual que piense lo que le dé la gana.
El problema no es lo que diga el viejo pellejo y las insidias que vaya sementando por ahí sino la certeza que tenemos casi todos de que, como consecuencias del pacto que le dio la Moncloa, el Gobierno es débil, está en manos de los independentistas y se encuentra sometidos a sus designios quiera o no quiera. De hecho es la Generalitat y sus administraciones quienes todos los días amenazan a Sánchez y su equipo de  romper el pacto si no acceden a determinadas presiones. Por ejemplo, si el proceso contra los sediciosos no se resuelve poniéndolos en la calle.
Pedro J. Ramírez trasmite ciertas sensaciones que generan rechazo pero no se le puede negar clarividencia y sabiduría a la hora del análisis político. Eso hizo ayer en las mañanas de la tele pública. Dijo que la moción de censura cumplía en su inicio una misión –desalojar del poder a un presidente involucrado por sí mismo en un hecho de corrupción- y servía para promover unas elecciones adelantadas. A su juicio, Sánchez ha traicionado su propio mensaje y ha desvirtuado por completo el espíritu de esa moción que planteó. Y tiene razón. Sánchez se ha negado a sí mismo y esto está cada día más complicado.

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