Opinión

La influencia de la mayoría negativa

Antonio Santos da Costa, alabado alcalde de Lisboa -cuyo segundo mandato renovó con mayoría absoluta- y nuevo referente del socialismo portugués, se ha negado a obtener la mayoría que le permitiría gobernar en Portugal gracias a un frente amplio de izquierda. Decidido a otorgar peso específico y seriedad a un partido quebrantado como el suyo y muy necesitado en la recuperación del respeto popular, ha utilizado el mismo análisis que le permitió gobernar con autoridad y absoluta legitimidad la capital del país, y se ha negado a negociar con comunistas y Bloque de Izquierdas un acuerdo de gobierno cediendo la presidencia al vencedor en las urnas, el conservador Passos Coelho, antes que convertirse en un primer ministro aupado por las minorías y rehén de ellas. Se ha negado por tanto a encabezar lo que en términos políticos se conoce como el “pacto de perdedores”, al que Da Costa no tiene el menor deseo de sumarse porque sabe que no solo es producto de una interpretación ética muy dudosa sino que si se aviniera a ello, se convertiría en esclavo de sus socios y semejante e incómoda condición lastraría su carrera y le haría, a la larga, un daño irreparable.
Costa es un hombre experimentado y sereno que lleva muchos años en el escenario político y que sabe que las prisas nunca son buenas. Tiene 55 años y ya ha sido concejal, alcalde, portavoz parlamentario y dos veces ministro. Por tanto, prefiere que sea el tiempo quien le otorgue la posibilidad de recuperar para el PSP la presidencia del país antes de apelar a la ayuda de la “mayoría negativa”. El tiempo le dará la razón y se la quitará a su igual en España, el joven y fogoso Pedro Sánchez que está loco por la música de llegar a la Moncloa y que para conquistarla no quiere ni oír hablar de comportarse con un mínimo sentido. Especialmente ni siquiera ha contado los votos. Si lo hiciera se daría cuenta de que, por el momento no ha conseguido mejorar los resultados anteriores y que las encuestas le pronostican lo mismo: un 28 y pico por ciento y 110 diputados a pesar de que esas mismas encuestas también pronostican que el PP perderá 50 escaños y la mayoría absoluta.
Sánchez está peligroso porque está obcecado: Como era de esperar, su estrategia la aplaude Zapatero mientras González y Susana Díaz la han repudiado en público.
 

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