Opinión

Imputados y condenados

Uno se despierta todas las mañanas tratando de averiguar el nombre del que van a imputar hoy o el que va a ingresar en la cárcel, contundente señal por otra parte de que la Justicia camina despacio pero segura. Por mi parte, leo los periódicos tempranito cada día con la única seguridad de que no seré yo el personaje al que el juez condena a ingresar en la trena, única que por el momento me puedo permitir porque soy en una de las pocas personas en las que confío. Ayer abrí el periódico y me encontré con Acebes imputado por el juez Ruz que le quiere escuchar en confesión por un asunto de compra de acciones de Libertad Digital relacionado con el caso Bárcenas. Ese mismo día, la Audiencia ha rechazado los recursos presentados por el ex presidente del Barcelona, José Luis Núñez y su hijo –que se llama igual pero en catalán- para que le aplique un indulto que les permita no ingresar en prisión para cumplir los dos años y medio que tienen pendiente por sobornar a inspectores de Hacienda. Núñez era un sujeto bajito, casi siembre iracundo y sumamente destemplado que veía conspiraciones por todas partes y en todas las que veía se le aparecía alguien vestido de blanco. Menos mal que quien le manda al trullo es la Audiencia de su ciudad natal que sembró de chaflanes y no es el juez Ruz quién desea una visita en su juzgado del ex ministro Acebes. Todo el mundo sabe que Pablo Ruz es seguidor del Real Madrid, y Núñez habría culpado de sus desventuras a un complot planificado desde Concha Espina en lugar de razonar y reconocer que sobornar a unos inspectores de Hacienda es una cosa que está muy fea. Tan fea para el que compra como para el que se deja comprar.
Las fotos de este día como las de mañana, como las de ayer o como las de sabe Dios cuándo, nos recuerdan a Isabel Pantoja y su fianza que le libre de la cárcel, a Blesa que no acaba de juntar para afrontar la suya porque juntar 16 millones no se hace todos los días, y a Rodrigo Rato que ya no tiene quien le escriba. La historia de Rato es una historia amarga e infame. Estamos ante un tío hoy investigado y puesto en cuarentena al que nadie quiere tocar ni con pinzas, que fue ministro de primera y quiso y pudo ser presidente del Gobierno. Berlusconí nunca caminará solo.

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