Opinión

Dos hombres y un destino

  La puesta en escena elegida por Mariano Rajoy para dignificar públicamente su condición de presidente del Gobierno de una España que cuenta con la razón que le otorga la ley ante la amenaza independentista contrasta con la que ha elegido Mas y que ha cuajado de simbologías, mensajes encriptadas, artificios y lecturas subliminales. Es el contraste propio de una posición que no necesita de parafernalia ni arengas porque obedece a la norma, y la que no cuenta ya con otros recursos que el teatro subsistir. Rajoy es el Estado, aparece sin aditivos ni colorantes, relata brevemente a los españoles los cauces por los que nuestro orden jurídico ordena que transcurrirá el contencioso y no apela ni a campañas de concienciación ni levantamientos de masas. Escenario espartano, simbología justa y presencia breve y directa.
Artur Mas ha elegido la opción contraria, y ha puesto en marcha un protocolo que incluye campañas publicitarias, uso y abuso de una televisión regional que utiliza él y pagamos todos, gestos personales que persiguen desesperadamente el beneficio mediático, inclusión de todas las instituciones privadas y públicas que puedan reportarle algún beneficio, banderas, actos de afirmación en espacios públicos, partidos de fútbol, fiestas populares e incluso la sede parlamentaria. Desde allí, desde el recinto del Parlamento catalán, se ha llamado a la desobediencia civil y se ha amenazado e insultado a las más altas instituciones del Estado de Derecho, despreciando y menospreciando al Constitucional y tergiversando unos principios que no tienen ni discusión ni divergentes explicaciones. Más ha comparecido ante las cámaras con la corbata que estrenó en la boda de su hija, ha firmado con una pluma fabricada íntegramente en Cataluña y se ha expresado en catalán, en inglés y en castellano. Lo ha hecho en un set montado y listo para emitir tres días antes de que se firmara unilateralmente el decreto.
Su vida, su carrera política, su futuro no tiene más horizonte que éste y si el plan secesionista muere, el muere también Al menos y a falta de resultados, ha conseguido amortiguar la perra comparecencia de Pujol en el Parlamento de Cataluña. Lo que no puede descartarse tras las confesiones de este viejo golfo, engreído y mentiroso, es que este asunto tan vil le salpique y le ponga perdido.

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