Opinión

Fútbol y (bueno o mal) pensamiento

Mucho se habla y se debate sobre el nocivo matrimonio entre el fútbol y la política, una cuestión que el Barça ha decidido tensar al máximo olvidando quizá que entre sus seguidores hay muchos que ni comulgan ni les interesa lo más mínimo la causa del independentismo a la que vaya usted a saber por qué, la entidad azulgrana se ha sumado con desmedido entusiasmo. Se habla menos de la relación existente entre el fútbol y la actividad intelectual, -las artes plásticas y la literatura como expresiones paradigmáticas- habida cuenta de que la aventura futbolística en el cine no ha sido capaz de ofrecer un resultado apreciable salvo la maravillosa “Evasión o victoria” de John Huston , una película de 1981 que habré visto quince veces y que me gusta más a medida que sigo viéndola con carácter decididamente terapéutico cada vez que me hallo a mí mismo con las defensas bajas.
Asomado con relativo entusiasmo a la fiesta organizada por el Atlético de Madrid en el último día de existencia del Estadio Vicente Calderón que los colchoneros van a cambiar por una nueva estructura surgida de entre los cimientos del campo de la Peineta, aprovecho para hacer balance personal de mi relación sentimental con el Atlético desde mis borrosos recuerdos de la grada del Metropolitano donde se jaleaba a Ben Barek, se celebraban las carreras de Collar con palmas por sevillanas y donde Jorge Griffa imponía su ley en el área de mamporro en mamporro mostrando el camino a su sucesor natural en ese oficio el cacique Iselín Santos Ovejero del que se decía que su señora tenía que cocinar con espinillera porque toda pierna que veía desnuda le atizaba una patada. El Atleti ha sido siempre muy dado a la carga literaria y a la exaltación del perdedor aunque Sabina que es uno de sus referentes le compusiera en lugar de un blues, un pasodoble. 
Personalmente prefiero el burlón acento de uruguayos y argentinos para unir el fútbol y la expresión literaria, un Eduardo Galeano –les recomiendo “Fútbol a sol y sombra”- che dónde va a parar. A Platko, el portero húngaro del Barcelona, ya le escribió en su día un poema Alberti. Sus exegetas se han olvidado de mencionar que es el único equipo en la historia al que le han pitado dieciocho penaltis a favor y ninguna en contra. Eso sí que merece un poemario.

Te puede interesar