Opinión

Un fantasma en alcanfor

Miren Txapartegui, una de las últimas dirigentes en libertad que le quedan a la banda terrorista ETA, vivía bajo una falsa identidad en Suiza desde el año 2009 y a finales de este año fue identificada y detenida en una operación llevada a cabo por la policía suiza en colaboración con la española. Antigua concejal del ayuntamiento de Asteasu, se integró en el organigrama de la banda en  1998 desempeñando tareas de considerable significado relacionadas con la proyección   de la organización en América Latina a la vez que se ocupaba de tramitar pasaportes falsos para facilitar la huida al exterior de los perseguidos por la justicia. Tras su detención, fue sometida a una vista oral para que las autoridades judiciales suizas pudieran determinar si era pertinente su extradición al país que lleva reclamándola desde que se vio cercada huyó del país. La terrorista argumentó que las autoridades españolas le habían arrancado sus confesiones bajo tortura, que era víctima de una persecución política  y que España es un estado fascista que persigue y somete a los patriotas vascos como ella. Sabemos que en 2007 la Audiencia condenó a Txapartegui a once años de cárcel pero que, paradójicamente y al menos en dos ocasiones, esos tribunales que extraen confesiones torturando presos le han rebajado sustancialmente su condena. Ahora le piden tres años y medio. Son tan malos y tan crueles que muy probablemente la tendrán un año a la sombra y la mandarán a casa con la condicional. 
Por fortuna –no siempre fue así como bien saben las autoridades españolas- los tribunales helvéticos no han dado crédito a los argumentos esgrimidos por la etarra y tras anunciar que se cumplen todas las condiciones para ello, será extraditada una vez se despeje el último recurso interpuesto. Miren Txapartegui no eligió el exilio por ejemplo en Venezuela. Ni en Cuba, ni en Guatemala… Prefirió Suiza donde se vive un rato bien aunque la pregunta del millón es de qué ha vivido esta sujeta durante una estancia de ocho años en este país y al amparo de una personalidad secreta. Documentos falsos, silencios... Eso cuesta dinero.
El personaje suena a estas alturas tan apolillado que hiede. Hiede a alcanfor y naftalina, a sangre vieja y miseria moral. Es como una sombra desubicada y patética. Lo que es ya y a estas alturas la propia ETA.

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