Opinión

De la fama al anonimato

Con frecuencia y en mi condición de periodista veterano que ya debería estar a la vuelta de casi todo, me estremezco sin embargo a la vista y percepción de la futilidad de la causa mediática, un fenómeno repetido hasta la saciedad y que demuestra el grado de inconsistencia que a veces se esconde tras la noble tarea de informar y la necesidad cada vez más acuciante de que los agentes de la información recuperen la sensatez y el rigor desgraciadamente perdido. Hace un motón de tiempo que no sé nada de Diana Quer, la joven madrileña que desapareció en A Pobra do Caramiñal a mediados de este pasado verano y de cuya aventura se debatió hasta la saciedad con carácter obsesivo para desesperación de los efectivos de la Guardia Civil responsables de investigar este escenario cuajado de hechos enigmáticos. Durante algo más de un mes, todos los medios de comunicación hablados o escritos se volcaron en el suceso, llenando espacios mañaneros de televisión, haciendo conexiones en directo micrófono en mano y entintando resmas de papel impreso, y un apacible pueblo de la costa gallega en el que nunca había pasado nada especialmente grave padeció una auténtica invasión de enviados especiales ansiosos de conoce los pormenores de un suceso que al final y como está escrito que suceda, se nos ha muerto entre los brazos en este otoño que nos toca y en el que nuevas y apasionantes materias  han sustituido el episodio veraniego hasta el punto de que ya nadie se acuerda de Diana, de su padre, de su madre y de la hermana pequeña, de sus extraños comportamientos, de las broncas familiares y de las circunstancias  en definitiva que envolvieron su caso. De hecho, lo último que se sabe de su desaparición es que no se sabe nada, como explicó hace unos días coincidiendo con el aniversario de la Brilat, el delegado del Gobierno en Galicia. Las declaraciones de Villanueva, a pesar de ser inútiles por sí mismas y no aportar absolutamente nada, hubieran sido pasto de portadas hace menos de un mes pero ahora ni se encuentran ya en ningún lado. Hace cincuenta días que Diana Quer se evaporó y las buenas gentes han dejado de preguntarse por su paradero así que, para la opinión pública y los medios de comunicación en general, puede estar en cualquier parte tanto da. Cincuenta días son muchos días. Que se lo digan a Rajoy que lleva 300 de prestado.
 

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