Opinión

ETA, mentiras hasta el final

Como corresponde a una banda de desalmados que ha cometido crímenes horrendos, sometiendo la tierra que proponen defender a la dictadura del terror durante casi cincuenta años, los pasajes finales de la vida de ETA han sido vergonzosos, respondiendo a la calaña que ha nutrido la organización especialmente en estos últimos años. Me contaba alguien que los ha conocido bien y que ha sabido quién era quién en muchos años de servicio en el País Vasco, que los etarras de los setenta y parte de los ochenta sorprendían por un nivel intelectual elevado que se manifestaba por encima de lo cuestionable de sus planteamientos. Eran aquellos etarras, sujetos de formación universitaria, docentes en su mayoría, de fundamentos culturales y pensamiento profundo, aunque plantearan la aplicación de la lucha armada. Por tanto, el asesinato, el secuestro, la extorsión, el atentado y el golpe de mano. La segunda generación se embruteció considerablemente y lo que llegó a ETA fue la barbarie lobuna de tipos sin conciencia ni formación, de una brutalidad insaciable y una crueldad inhumana. Eso ha sido ETA tras aquella primera etapa. Una cueva de matarifes irracionales que ha implantado el terror y que se entregó en las garras de la venganza.
Por tanto, su final es el propio de un colectivo sangriento. La bestia anunciaba en una carta fechada el pasado día 16 de abril que consideraba cerrado “su ciclo histórico” y que establecía por completo “disueltas sus estructuras”, sin     que hubiera en ese anuncio una reflexión que permitiera atisbar una pizca de razón en el argumento. Trasmite en su misiva la sensación de que ha cumplido con su  misión y una vez conseguido los objetivos propuestos ya no tiene sentido seguir activo. Y eso no es cierto.
Lo cierto es que ETA se ha visto obligada a disolverse que es completamente distinto. La banda había perdido todos los apoyos que en su día tuvo por parte de la población vasca, había ido debilitándose, apenas encontraba refresco para nutrir sus filas diezmadas por la acción de las fuerzas de seguridad y la judicatura, ya no accedía con la misma facilidad a la captación de recursos forzosos o voluntarios con la que pudo mantenerse aplicando un estremecedor chantaje, se había quebrado el respaldo internacional y su posición de debilidad manifiesta impedía cualquier actividad. ETA estaba vencida y todas sus huestes estaban o muertas, o desperdigadas o en la cárcel.
Por tanto, ETA se ha entregado. Su mentira ha permanecido hasta el mismo momento de su clausura. Ahora queda juzgar y condenar a lo que queda sin otorgarles la más mínima ventaja.
 

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