Opinión

El estilo cainita

En ese turbulento panorama político en el que vivimos cada momento y al que, para no  desentonar en paradojas inexplicables se ha sumado Monedero y sus opacos y millonarios asesoramientos, el Partido Popular ha llamado a Aznar seguramente para rescatar a sus seguidores para la causa aunque Rajoy se gana una bronca cada vez que el ex presidente toma la palabra, y en el PSOE ha vuelto José Luis Rodríguez Zapatero. Tengo para mí que lo mejor que pueden hacer los ex presidentes es alejarse prudentemente de la brega política diaria, escribir libros, dar conferencias e inflarse a ganar dinero, pero siempre está presente esa tentación que les vive en el piso de arriba y que les incita a salir de la burbuja donde radican, habitualmente para liarla. Aznar regaña a Rajoy y a todos los suyos como si bajara de los cielos y Zapatero se ha buscado en Bono una amistad peligrosa que ya se lo llevó de viaje este año para hacer negocietes en Guinea junto a Moratinos, y que le ha montado una cita secreta con Pablo Iglesias a espaldas de su secretario general en la que se demuestra hasta qué grado de deslealtad se puede llegar tal vez incluso sin pretenderlo. También se vio con el líder de Podemos sin que nadie lo supiera uno de los nuevos talentos socialistas, García Paje. Lo que hablaron todos ellos en estas oscuras visitas es quizá lo de menos. Lo que de verdad tiene importancia es el propio hecho. Pedro Sánchez no ha gozado de la confianza de los suyos ni una semana y a partir de ese momento le han sometido a un fuego cruzado que ni siquiera tiene fundamento y parece estar inspirado en situaciones muy anteriores a su elección.
Los grandes partidos tienen una vocación cainita que no se la pueden guardar y que les impulsa a trocearse cada dos por tres entre ellos. Probablemente, el PSOE gana al PP en esta funesta costumbre de apuñalarse por la espalda  pero es cierto que los dos andan muy parejos. Con una diferencia. El PP, con enormes dificultades, está en el Gobierno y el PSOE está en la oposición y su situación es mucho más débil. Francamente, el comportamiento de Bono y ZP no tienen disculpa y el rebote de Sánchez es natural y comprensible. 

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