Opinión

España y los fueros viejos

Lo que son las cosas y nunca digas de esta agua no beberé y este cura no es mi padre, un axioma al que con mucho gracejo se refería con frecuencia precisamente el mío. Era de la zona del Ebro donde todos sus lugareños parecen cortados por el mismo patrón ya sean de los tramos finales de las tierras de Burgos o sean de La Rioja, de Aragón, de Navarra o de la ribera alavesa.  Todos muy suyos, muy brutos, muy bien plantados y muy buenos. Y todos diciendo verdades como puños, pues incluso en el mus que juega ellos no está permitido mentir y si te enganchan mintiendo te tiran al pilón de las caballerías que no será el primero.
Digo que cómo son las cosas, porque precisamente es por aquí  donde se ensaya habitualmente el polémico concepto del cupo vasco ese que Montoro negó  tres veces como a Jesucristo le negó San Pedro pero que ahora ya no niega por prescripción facultativa y fuerza mayor. Los nacionalistas vascos van a hacer piña con C’s y un diputado canario en el Congreso de los Diputados y le van a permitir a Rajoy aprobar los Presupuestos de 2017. Pero a cambio, le van a sacar las muelas. Ya se sabe, “quid pro quo doctor Lecter”.
No tengo yo claro que la muy necesaria aprobación de los Presupuestos tenga que pasar por estos achuchones tan desagradables y no acabo de aceptar que para la consecución de un objetivo bueno para el país y para el Gobierno sea imprescindible que otro autonómico como es el vasco acuda  a la extorsión que es lo que en realidad el Gobierno vasco ha hecho con la tolerancia explícita del extorsionado, dispuesto a devolver mil ochocientos millones de ese cupo con el que antes de esta necesidad perentoria no estaba de acuerdo y ahora sí lo está. La situación se plantea por otra parte con territorios autonómicos que poseen un tratamiento fiscal privilegiado del que en absoluto gozan otras comunidades españolas, lo que convierte esta situación para aquellos que se favorecen de las viejas reglas protectoras y arcaicas que blindan los fueros, en un permanente estado de desventaja para los demás. El régimen foral es, por definición, inconstitucional porque vulnera el principio de que todos los españoles somos iguales ante la ley. Si  se añade a todo ello la claudicación del Gobierno central ante las peticiones vascas, tendremos un panorama tan arbitrario que no hace otra cosa que fomentar la España de dos velocidades. O sea, la injusta.

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