Opinión

Los errores del PP

En el muy amargo día en el que el PP gallego debe someterse a una necesaria y sincera reflexión sobre los hechos que han propiciado esta histórica debacle en Vigo, poco hay en realidad que investigar en torno a los errores cometidos pues saltan sin esfuerzo a la vista y cualquiera que se haya asomado a la política municipal puede desgranarlos de carrerilla sin que haga falta ser lo que en estos tiempos se llama pomposamente un politólogo. Pero sobre todo, sería de justicia y como medida previa, liberar de responsabilidades y críticas a su candidata, una mujer responsable que ha aceptado esta encomienda por fidelidad a su partido y que se ha sumergido en el proceso sabiendo que su derrota era la crónica de una derrota anunciada.
Los disparates cometidos por el Partido Popular se iniciaron el día mismo en que en 2.011 la entonces candidata Corina Porro no alcanzó por poco la mayoría absoluta y en lugar de mantenerse en su puesto y desarrollar durante la legislatura las obligaciones contraídas con sus muchísimos votantes, abandonó su puesto como primer edil de la oposición y se marchó a ejercer un cargo espléndidamente remunerado pero sin trascendencia dejando a su partido descabezado.
A partir de ahí, y con cuatro años de plazo para formar un recambio, el PP vigués se movió en la más absoluta indefinición, pico aquí y allá, no supo gestionarse ni  construir un líder y llegó sin candidato ni programa, con todo por hacer y sin afrontar decisiones claves hasta tres meses de las elecciones. Cuando esto ocurría, y para colmo de disparates, el PP vigués había decidido respaldar al alcalde cediendo los presupuestos y facilitándole por tanto el dinero para ganar las elecciones. Todo ello, sin obtener nada a cambio, soportando además sin abrir la boca la política de continuas recriminaciones y negativas sistemáticas de Caballero a cualquier propuesta que llegara de la Xunta. Abel Caballero gobernó en minoría como si tuviera la mayoría. Y en ese ámbito que acabó también con el BNG, el alcalde consolidó su posición y se convirtió en el dueño de la política municipal con capacidad de actuación a todos los niveles.
Con todo el pescado vendido y con la convocatoria a la vuelta de la esquina la superioridad decidió mandar a un brote verde a Vigo consciente de que Elena Muñoz sería literalmente masacrada. Así fue. Elena Muñoz será probablemente y si aguanta, una excelente candidata para dentro de cuatro años pero Vigo no se merece un tratamiento de su hasta hoy partido mayoritario tan ridículo y nefasto.

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