Opinión

El uno y el otro

Fuera de las colas informativas del proceso catalán también hay vida, aunque la perseverancia con la que se mantiene en primera línea de la causa informativa parezca negarlo. Ayer mismo -antes muerto que sencillo- el huido Puigdemont ofrecía una especie de mitin preelectoral apelando a la videoconferencia en el que animaba a sus electores a convertir la consulta del 21 de diciembre en una nueva versión del referéndum ilegal del pasado 1 de octubre. Puigdemont, que está penando en Bélgica amparado en un hotel de carretera al precio de 60 euros la noche, sabe muy bien que en cuanto deje de dar la tabarra será irremediablemente sepultado por el olvido y el silencio de modo que no tiene más remedio que inventarse periódicamente un número para ir prolongado el tiempo de juego.
Pero a la espera de que el juez decida qué hacer con los presos preventivos, cabe ir soltando amarras de esta murga repetitiva y absurda que nos ha abducido durante todo un año, y preguntarse si habrá otros temas que puedan ir tomando cuerpo. Desgraciadamente no se me ocurre más que Trump, un sujeto tan desdichado para su país y para el mundo en general que también está en los informativos, como en el caso de Puigdemont, por su influencia negativa y su mala cabeza. Al fin y al cabo, el ex presiente de Cataluña no es más que un pobre de pedir que soñaba con ser primer ministro de un país que él mismo se había imaginado, pero Donald Trump lo es de manera efectiva y de una de las naciones más poderosas de la Tierra y aquellas cosas que hace y sobre todo en las frecuentes ocasiones en las que se equivoca, pone en peligro el equilibrio mundial. Trump no ha hecho otra cosa en el tiempo en que lleva habitando la Casa Blanca que gesticular, proferir amenazas, destituir a sus colaboradores más próximos y meter la pata. El empresario millonetis ha basado todo su mensaje en el viejo lema de América para los americanos, fomentando una suerte de nacionalismo tóxico que se puede equiparar con el de Puigdemont salvando las naturales distancias. La derecha más recalcitrante de la vieja Europa es la que apoya a ambos en los foros internacionales, si bien Puigdemont cuenta además con el respaldo añadido de Maduro que odia a Trump pero ama a  Puigdemont.  Y eso que a lo que parece, lo único que le interesa ahora es aparecer en “Zapeando” para compartir plató con Miki Nadal y Cristina Pedroche.
A ver si de una vez se pasa esta ola y recuperamos la cordura que ya va haciendo falta.

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