Opinión

El partido más largo

Finalmente, el partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores se jugará en el estadio Santiago Bernabéu y yo me pregunto sin saber qué contestarme si estamos ante una buena idea. El partido de ida se había disputado en la Bombonera de Boca, un campo de fútbol con aroma clásico que yo visité en vació y que en verdad se parece a una caja de bombones adornada con los colores de la bandera de Suecia, la del primer buque que entró en el puerto porteño mientras los dirigentes pioneros del club redactaban los documentos para fundarlo. El encuentro de vuelta, tras el empate a dos goles, debería haberse disputado en el Monumental de River, pero aquello no fue posible, desnudando con esta imposibilidad, todas los dramáticas carencias que asolan no solo el fútbol del país sino el país mismo. El dislate social por el que atraviesa el fútbol argentino es un reflejo de la fractura que lleva colocando a Argentina al borde del abismo. En materia política, social, cultural, judicial y económica.
Que el partido de vuelta se celebre en Madrid en lugar de jugarse en la cancha de River -se llama estadio Monumental Antonio Vespucio, pero de eso no se acuerdan ni sus propios hinchas que le llaman Monumental de Núñez, aunque en realidad esté ubicado en Belgrano- es una solución de urgencia que priva a sus hinchas de presenciar el desenlace de esta `pugna en su casa pero en verdad nadie tiene la culpa de que una vieja rivalidad de barriada acabe elevándose a la categoría de una final continental en un país en el que su deporte rey está secuestrado en manos de unas cuadrillas de criminales descerebrados que responden al truculento nombre de barras bravas.
Para analizar este epílogo pintoresco que resolverá una final con marchamo de histórica no por su contribución al fútbol sino por su inquietante negrura, habría que comenzar preguntándose por qué el partido cumbre de la Copa Libertadores no se juega a partido único y en el campo de un país pre determinado como ocurre con la Liga de Campeones de la UEFA. Si este duelo local entre Boca y River se hubiera jugado a una sola entrega pongamos que, en Asunción, en San José o en Cali, no estaríamos dándole vueltas a una solución pactada para desbloquearla. Madrid es una ciudad ideal para el partido de vuelta. Pero las barras bravas que se queden en casa.

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