Opinión

El caos que no cesa

La maniobra de nombrar un Consejo de Administración con un presidente a medida de los partidos que ha coaligado el poder se convirtió en fracaso y del fracaso se pasó al ridículo. Dos ausencias premeditadas y dos supuestos errores que levantan ciertos recelos dieron al traste con la constitución de un órgano de poder pactado entre el PSOE, PNV y Podemos, aquellos partidos que cuando mandaban los otros juraron por sus muertos que bajo ningún concepto repetirían el modelo. Que ellos defenderían la independencia, la libertad, la dignidad del medio. Que bla, bla… Los  sacrificados periodistas sabemos por desgracia mucho de todo eso.
El sainete bufo en el que se ha convertido esta episodio deriva por el momento en la designación de un administrador único hasta que se convoque el concurso público del que saldrán los nombres del  equipo directivo del ente público incluyendo su presidente. Mientras no se produce este fausto acontecimiento que a estas fechas ni está ni se le espera, el parche quizá sea aún más grotesco.  Tras el patinazo de la votación pactada en el Congreso que salió mal, el intento frustrado de repetir la votación y otras minucias, los gobernantes imponen la designación de una figura que concitará en su mano todo el poder y toda la capacidad de decisión posible en RTVE. Una vez superado el filtro del Parlamento que lo designa por mayoría simple, podrá hacer en esta casa –sospecho que de lenocinio por otra parte- literalmente lo que quiera. Tendrá poder omnímodo sobre cuentas, dineros, plantillas, nombramientos, programación, compras y ventas, contrataciones, ceses, políticas... Sobre lo bueno y sobre lo malo, sobre el presente y el futuro. Sobre las inversiones y los ahorros. Sobre lo que sea. Dicho queda.
Esa figura será seguramente una veterana en las tareas informativas de televisión. La periodista Rosa María Mateo, que en realidad no lo es porque no estudió ni una sola asignatura de Periodismo en su larga y fecunda vida como presentadora de TVE donde comenzó como locutora de  continuidad allá por el año 1963. Algo de Derecho, de Políticas y de Cinematografía, dice su biografía oficial. Periodismo ni se menta.
Da igual. Y además un periodista con poder total sobre dineros es más peligroso que una piraña en un bidé porque nosotros, de cuentas, no tenemos ni puta idea. 

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