Opinión

Cincuenta y ochenta en junio

Este mes de junio es pródigo en aniversarios y los de mi generación celebramos el medio siglo de “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” con un notable despliegue de actos muy sentidos entre los que merecen destacar  la interpretación de “Fixing a hole” a voz en cuello bajo la ducha mañanera, algunas explicaciones con claro carácter docente sobre el significado del disco a generaciones venideras que no lo han escuchado en su vida, y la adquisición -previo pago de una pequeña fortuna- de la nueva edición del disco que llega investido de argumentos irresistibles según me cuenta un amigo mío que ya ha subido a los cielos en un primera toma de contacto tras haberlo recibido. Para los “beatlemaniacos” enfermos y con la cabeza completamente perdida como él o yo mismo, estas son experiencias  de primer nivel místico y eso que ya no tomamos polvos de la madre Celestina para iniciar el camino. En los viejos y buenos tiempos, pongamos verano del 76, no sé yo si estaríamos en disposición de decir lo mismo.
También cumple años  por estas fechas –ochenta en este caso- el inquietante cuadro que Picasso pintó por encargo del Gobierno de la República y que el pintor acabó dedicando al bombardeo de la villa guipuzcoana de Guernica ocurrido menos de un mes antes de estampar en él su firma. Un lienzo impresionante  de  casi ocho metros de largo por cuatro de alto, convertido en la pieza más valiosa del museo Reina Sofía, un espacio de exposición situado en el antiguo hospital de San Carlos de Madrid atiborrado de sombras, cacofonías y aparecidos según cuentan los expertos en la materia, que tiene en esta obra magna del artista malagueño lo mejor y casi único de sus fondos propios. El cuadro sinceramente acojona en su despiadada desnudez y su ausencia de color, y está además de colmado de intrincados enigmas. El  Gobierno republicano le encargó un cuadro para la Exposición de París y el pintor comenzó a producir bocetos mucho antes de que el bombardeo se produjera, de suerte que los primeros motivos plasmados en esos apuntes no tienen nada que ver con su título. De hecho, y según algunas fuentes, la intención del pintor era recrear un símbolo sin especificar un contendido definido, y por eso no hay nada en sus motivos que recuerde bombas, aviones o la pacífica villa bombardeada por sorpresa. Eso sí, el cuadro es maravilloso y no su autor que era, dicho con todos los respetos, un mal bicho.

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