Opinión

La causa doméstica

A falta de apariciones en el Lago Ness y visitas procedentes del espacio exterior, los responsables informativos y los líderes de opinión han dado en depositar toda la responsabilidad de sacar adelante el interés estival en las maniobras que ha de desarrollar el nuevo talento emergente del PSOE para configurar su equipo, su política y su oferta electoral futura. El partido está quebrado y la elección de Pedro Sánchez como nuevo y flamante secretario general ha de estar forzosamente destinada no sólo a rescatar esta histórica formación de las garras de la desidia y el caos al que le condujeron personajes como José Luis Rodríguez Zapatero y aquellos que le hicieron la ola hasta que se consumó la miseria, sino a conquistar el espacio mediático del que el socialismo disfrutó en sus momentos de mayor gloria y que le ha sido hurtado cada vez más en función de sus muy escasos méritos para ostentarlo. El ex presidente y hoy pastor de nubes, al que sus propios compañeros de partido prohibieron literalmente que se volviera a presentar a unas elecciones convencidos de que si Zapatero acudía a las urnas por tercera vez el desastre sería incalculable, se ha convertido ahora en un consejero bonachón y reflexivo capaz de pedirle a Madina que se vaya a casa para que en Ferraz no vuelve a sentarse un tipo como él, y capaz también de sospechar íntimamente y con carácter espero que infundado, que Sánchez es un político que le recuerda. Por su juventud, su estatura, su mirada o cualquier otra de estas temibles zarandajas, Dios no lo quiera así.
De todos modos, esa inclinación mediática por los asuntos de un partido desfondado que inicia a día de hoy su travesía del desierto, no deja de parecer incluso chocante teniendo en cuenta que, una vez elegido el sucesor de Rubalcaba, y sabido ya que los socialistas tienen un líder, lo demás no es otra cosa que causa puramente doméstica hasta que llegue la hora en la que los hijos de Don Pablo Iglesias se involucren en la batalla política una vez la casa esté arreglada. Este arreglo es muy suyo y merece una atención muy relativa. Los periódicos en general le han  dado carta blanca desde antes de estas pintorescas primarias pero será, digo yo, por eso de que no hay platillos volantes en el cielo de Arizona y el monstruo del Lago Ness afronta jornadas de reflexión antes de acudir a la urnas para votar sí o no a la independencia.

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