Opinión

Band on the run

El gesto patético de Turull afrontando la noticia de su ingreso en prisión con las lágrimas en los ojos, demuestra bien a las claras la percepción que los involucrados en el referéndum ilegal y la proclamación unilateral de la República han tenido de la calidad de sus actos. Da la impresión que ninguno de esos alentadores de la secesión había reflexionado seriamente sobre las consecuencias de las decisiones tomadas y la influencia que estos comportamientos podrían tener en sus vidas futuras. Todos había dado por supuesto que la Justicia española apenas haría nada y que la situación de mayor gravedad a la que esa cadena de disparates podría abocarlos era a dar explicaciones imprecisas, presentarse a una elecciones nuevas y aquí paz y después gloria.
Tomarse a los que imparten justicia a beneficio de inventario es un error gravísimo y un acto extremo de irresponsabilidad capaz de pasar dolorosa factura no solo para todo un colectivo que  incluso hasta última hora ha querido jugar al ratón y al gato nada menos que con los magistrados del Tribunal Supremo, sino con sus propias existencias. Por eso, mientras un reducido grupo de acompañantes montaba una cansina matraca en la puerta del edifico ante el desinterés de los viandantes de la capital que tienen por la causa independentista una simpatía muy relativa, los reclamados por el juez Llarena  escuchaban unas disposiciones que los enviaban a todos ellos a la cárcel precedidos de un auto hecho de durísimas conclusiones. Los dirigentes independentistas han hecho burla de la institución, han querido manipularla, han desoído infinitamente la llamada de los jueces, han desobedecido reiteradamente sus requerimientos, se han supuesto intocables, han humillado decisiones, han persistido tercamente en continuar cometiendo delito… Hasta que los jueces han dicho basta porque tienen la ley de su lado, porque no pueden ni quieren seguir tolerando desprecios y desplantes. Porque actúan al amparo de la más alta instancia jurídica de la nación. Y porque el país reclama que actúen con arreglo a la ley ante una situación que  resulta intolerable.
Para mayor gravedad, algunos de ellos han salido huyendo demostrado que la prisión cautelar es lo adecuado. Los que hoy están en presidio le deben eterno agradecimiento a los que se han escapado –la última, Marta Rovira, que en la noche del viernes tomó el olivo rumbo a Suiza- Turull, Junqueras, Fernández y los demás, se lo debe estar agradeciendo tanto…

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