Opinión

Aumento de presión

Que estamos acabando el verano lo dicen varias cosas pero sobre todo, el hecho de que se intensifica la presión del catalanismo a medida que se acerca el 11 de septiembre, una fecha que estos intérpretes por libre de la historia no tienen a bien identificar con una fecha desgraciadamente clave en el devenir del género humano sino con sus propios modelos de epopeya patriótica y sus incomparables sistemas para volver a escribir los hechos aderezándolos tan a lo suyo que son capaces de convertir un error de bulto en un acierto y una dolorosa derrota en una victoriosa gesta. Esta costumbre inveterada de inventárselo todo con el ánimo puesto en buscar coartadas que consagren su afán independentista les ha conducido a descalificar una realidad radicalmente opuesta a la suya y a escribir sus versiones en tratados y libros de texto con los que alimentar institucionalmente una frustración que crece de siglo en siglo. 
El mismo día en que cayeron las torres gemelas por tanto, sirve para que la catalanidad celebre el fragor de la Díada. Y los dirigentes ya han advertido que este año va de alarde y de rememoración sin límites. Se va a poner el acento en esta fecha y se acudirá a la imaginación para obtener de este cansino tópico que se repite todos los años sin más incidencia que la que tiene en la comunidad catalana, un rendimiento político. Lo que ya no acaba de gustar es que todas estas cosas se hagan con el dinero público porque el dinero público sale de los bolsillos del contribuyente y Hacienda somos todos. Por lo tanto, yo por ejemplo, que no soporto esta matraca, además de no soportarla y entenderla, la pago.
Hace unos días supimos del insensato espectáculo ofrecido durante las fiestas patronales de un pueblo de Cataluña cuando unos trabucaires se plantaron con sus armas de fuego delante de la vivienda de un concejal del Partido Popular y realizaron ante su puerta varias salvas, escenificando un linchamiento incruento o una relajación en efigie que era como la Santa Inquisición conocía la quema de un muñeco de cera sustituyendo a un condenado cuando éste bien no había sido prendido o bien se había muerto en el tormento o había fallecido en prisión antes de ser ejecutado. Son credenciales de un mismo fenómeno. Ya están aquíiiiiii…

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