Opinión

Apología de la curiosidad

Hace muchos años, estaba yo tratando de ofrecer a un nutrido auditorio de escolares algunas de las atribuciones que convierten en único el ejercicio profesional del periodismo. No es fácil convencer a una audiencia compuesta por casi un centenar de chavales de finales del siglo pasado, de las excelencias de un oficio mal remunerado y peor considerado socialmente cuando en aquellos momentos la generación que se preparaba para labrarse el futuro y con Mario Conde entre las cejas, soñaba con ser banquero, corredor de Bolsa o como referente alternativo, economista. Por lo tanto, utilicé con un éxito discreto algunos argumentos en los que siempre he creído y por los que sigo pensando que los que nos hemos dedicado a esto merecemos el reconocimiento que paradójicamente nunca hemos tenido. Cuando un jovencito de primera fila me preguntó qué era a mi juicio lo más necesario para ser periodista le respondí que lo primero que había de ser un periodista es curioso y lo demás ya irá viniendo. Sigo pensando lo mismo.
Desventuradamente, el ámbito donde veinte años después de aquello se desempeña esta ocupación tan inestable y pintoresca como la nuestra, tiene muy poco que ver con el que me sirvió a mí, y los periodistas de hoy se han olvidado en su mayoría de ser curiosos quizá porque el soporte técnico del que disfrutan puede con todo y proporciona excelentes herramientas para sacar adelante la actividad sin necesidad de desgastar la suela de los zapatos y quemarse las cejas. Pero aún hay quien se siente picado por el aguijón de la curiosidad y desde su responsabilidad como informador inexpugnable proporciona materia para mantener atizada la llama del periodismo vivo.   Gracias a ese sentido de la curiosidad, hemos podido saber que el secretario general del PSOE de Madrid que alienta la moción de censura contra Cristina Cifuentes, -acusada de recibir la titulación de un master sin haberlo cursado en la Universidad Rey Juan Carlos- expone en su currículo oficial hasta 2003, una licenciatura en Matemáticas que jamás ha obtenido.  José Manuel Franco, ha falseado su expediente académico cometiendo una falsedad similar a aquella de la acusa a Cifuentes, cuyos argumentos sobre el master de referencia por otra parte, se resquebrajan por días.  Mientras tanto, la vista por los Ere de Andalucía pone en evidencia la creciente fragilidad de Griñán, el ex presidente de su gobierno que no se acuerda de nada y que afirma desconocer el destino de las millonarias partidas de dinero que firmaba.
En todas partes cuecen habas y los muertos en los armarios de la clase política se multiplican.

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