Opinión

Algo más que una mentira

Como era de esperar, la actuación de la policía autonómica catalana en la gestión del atentado de las Ramblas no ha sido tan modélica como el gobierno de la Generalitat se ha empecinado en mostrar en sus intervenciones, todas ellas encaminadas a glorificar un comportamiento que ahora sabemos tiene más sombras que luces. Ahora se vislumbran rincones muy opacos en esta trayectoria no solo en el desarrollo de su comportamiento en las horas posteriores al atentado sino y muy especialmente en el periodo previo al ataque. El comisario jefe de este cuerpo policial, el mayor Trapero, se fajó ayer en una comparecencia en la que se lanzó al vacío insultando sin el menor pudor a determinados medios de comunicación que han puesto en entredicho la versión oficialista. El responsable operativo de la fuerza policial –su director recién nombrado y especialmente devoto de la causa independentista ni siquiera ha abierto la boca- mostró una inusitada ferocidad rebatiendo al diario “El Periódico de Catalunya” quien en días anteriores había hecho públicas determinadas informaciones que ponían en evidencia dos situaciones muy diferentes. O el periódico del grupo Zeta se ha inventado sus conclusiones o la Generalitat ha mentido desde el principio. A juzgar por revelaciones posteriores, cumple supone que es el Govern el que ha mentido y sus mentiras han sido de tomo y lomo. El lamentable comportamiento de las autoridades catalanas se coronó con la manipulación indecente de la convocatoria pública de homenaje a las víctimas a la que asistieron el rey y el presidente del Gobierno entre otras altas personalidades.
Ahora sabemos que un cluster de agencias de información estadounidense alertó el pasado 25 de mayo a la policía autónoma de Cataluña de la posibilidad de un atentado yihadista en las Ramblas, avisó que cursó también a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. Ahora sabemos que el ejecutivo autonómico despreció esa alerta y lo que es más grave, ocultó posteriormente su existencia. Forzado a reconocer que existía, acusó al Gobierno español y a sus fuerzas policiales de no haberles dado ese conocimiento. Posteriormente se ha demostrado que al menos la Policía Nacional informó del hecho a los Mossos y que esa posibilidad se debatió en sus reuniones y se despreció. Pillados en un este desastroso renunció, el mayor Trapero y su entorno han resuelto acometer contra el medio de comunicación que ha facilitado la noticia acusándole de responder a intereses espurios y encabezar una campaña de desprestigio a la policía autónoma. La verdad es que la Generalitat ha mentido repetidas veces, ha tergiversado información y ha tratado de tapar situaciones muy graves. Eso es lo cierto.

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