Opinión

Abrid las ventanas

En el vestuario del Real Madrid dicen que llueve sobre mojado y que cada vez que acuden al Camp Nou el atraco se hace más grave. El Madrid lleva años finalizando los partidos contra su eterno rival con uno menos, y el Barcelona es un equipo al que durante la Liga que ha finalizado no le han señalado ni un penalti en contra. El del domingo en el Camp Nou, a pesar de la incuestionable victoria madridista, ha superado todas las situaciones anteriores y el joven Burgos Bengoetxea que pitó la contienda ha perpetrado un auténtico escándalo. Gracias a su incompetencia –suavizada por el triunfo visitante- al Madrid le hicieron un gol que no era, Luis Suárez se retiró incólume y a Cristiano Ronaldo le caen cinco partidos tras una amarilla definitiva injusta y  absolutamente desmesurada que el juez de la contienda mostró tras sospechar que Cristiano había hecho teatro. En definitiva, Luis Suárez se lanzó a la piscina y consiguió penalti, Cristiano cayó desequilibrado y se fue a su casa.
Los madridistas estamos muy sensibles a estas cosas desde que los colegiados hacen en los clásicos unas cosas tan raras, pero al fin y al cabo no es necesario más que aplicar un sencillo ejercicio de investigación para comprender por qué pasa lo que pasa. Por qué Suárez –ese elemento que tenía por costumbre tirarle dentelladas a sus rivales- puede repetir la suerte en cada partido y no pasa nada. En realidad, Victoriano Sánchez Armiño ha sido ratificado en su puesto por el presidente interino de la Federación y el presidente interino ha sido el segundo de Villar desde hace más de un cuarto de siglo de manera que las cosas siguen como estaban a pesar de que el presidente Villar –acusado formalmente de ladrón y falsario- esté suspendido de sus cargos. Villar ha pagado su fianza, está en la calle, y en el organismo que ha gobernado  sin oposición ni fiscalización alguna no se mueve un papel sin que él lo sepa y lo autorice. Es más, el federativo que tiene bajo su competencia directa el complicado asunto de la designación de los árbitros y es por tanto jefe supremo de Sánchez Armiño no es otro que Joan Gaspart, ex presidente del Barcelona y famoso por sus ataques de histeria en la tribuna cuando a su equipo le salían mal las cosas. Así estamos.
Por tanto, el partido del domingo no es otra cosa que la lógica derivada de una situación inadmisible que no puede seguir estirándose de semana en semana. En el Madrid  -lógicamente quemado- esperan que los nuevos vientos que oreen los despachos de la Ciudad del Fútbol acaben con esta indescriptible mandanga. Ahora, además al Barça un trato de favor ya no le basta. Con los árbitros de su lado tampoco gana.

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