Opinión

Woody Allen y el sexismo

Tras el actor Javier Bardem, que ha defendido a Woody Allen de las acusaciones de haber abusado sexualmente de su hija adoptiva Dylan cuando esta tenía siete años, acaba de aparecer Moses, otro hijo adoptivo del actor y director, y de la actriz Mia Farrow, que atribuye la acusación a una venganza de su madre que le lavó el cerebro a su hermana desde que era niña.
 Bardem, ganador de un Oscar, se enfrenta así a gran número de colegas de ambos sexos del movimiento #MeToo (yo también), dispuestos a destruir para siempre la carrera de uno de los grandes genios de la historia del cine.
 Este es un caso en el que es difícil pronunciarse siguiendo el lema feminista de “Yo te creo”, dirigido en España a una mujer que fue agredida sexualmente, como señala la sentencia del tribunal de La Manada en Pamplona, pero que uno de sus tres magistrados no creyó.
 Moses Farrow, seis años mayor que Dylan, explica en un artículo que acaba de publicar The Guardian que su madre maltrataba y golpeaba a todos su hijos –cuatro propios y nueve adoptados- y que coaccionó a la niña para que acusara a Allen.
 Ocurrió cuando la actriz descubrió que Allen mantenía relaciones con Soo-Yi-Previn, mayor de edad y otra hija adoptiva del matrimonio anterior de Farrow con el pianista y compositor André Previn.
 La pregunta que debemos hacernos es si debe privarse al mundo de las obras de alguien como Allen tras unas campañas de publicidad que dan por cierto lo que puede ser falso.
 De decir sí nos quedaríamos sin literatura, sin pintura y sin música, porque analizada la vida de los grandes creadores, pocos estarían libres de alguna acusación similar.

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