Opinión

La UE, alianza de cruzados

Es casi imposible que Europa y Turquía vuelvan a establecer relaciones amistosas tras la creciente islamización del país euroasiático, que todavía es oficialmente candidato a entrar en una UE a la que el presidente Recep Tayyip Erdogan acaba de tildar de “alianza de cruzados”.
 Es su reacción ante la conmemoración del sexagésimo aniversario de la cumbre fundacional en Roma, el 25 de marzo, en la que dirigentes de los 27 países de la UE se reunieron “como corderitos”, dijo Erdogan, con el Papa.
 En el mundo islámico cruzado significa enemigo. Tras la invasión y conquista de buena parte del mundo judeocristiano y pagano por los musulmanes a partir del siglo VII, Tierra Santa, y su centro en Jerusalén, quedaron bajo el poder islámico.
 El califa “Hakim el loco”, destruyó en 1009 piedra a piedra el lugar más sagrado de los cristianos, El Santo Sepulcro.
 Angustiados por los avances musulmanes el emperador bizantino Alejo I y el Papa Urbano II llamaron a la Cruzada para reconquistar los lugares sagrados en 1095.
 Desde entonces y hasta la conquista de Granada hubo decenas de cruzadas, mayores y menores, pero Tierra Santa quedó bajo el islam, y bajo el imperio otomano desde la caída de Constantinopla, en 1453, hasta la I Guerra Mundial.
 El enfrentamiento del islam y el mundo cristiano es una constante. Negarlo impide entender la ancestral ira antieuropea y anticristiana que mueve a Erdogan.
 Además, desde hace casi medio siglo los gobiernos laicos turcos solicitaban la adhesión al Marcado Común, pero los constantes golpes militares y la poca democracia lo impedían; ahora, Erdogan está fanatizando el país, y Europa sin decir rotundamente no se cierra a su antidemocrático islamismo.  Dos mundos con formas de pensar y ejercer la libertad absolutamente opuestas.

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