Opinión

Sánchez sale a torear

Aunque nunca haya ido a los toros cualquier español ha visto en televisión los pasos que da y los ritos que sigue un diestro antes de salir a la plaza con su capote para provocar la embestida del animal, que no siempre salva sin ser cogido.
 Pedro Sánchez ha salido con vistosos traje de luces y capote elaborados para esperar las embestidas de quienes no lo votaron en las elecciones, aunque sólo para desalojar a Mariano Rajoy lograra una ligera mayoría de los 350 diputados del Parlamento.
Ese traje y el capote muestran los brillantes retratos de sus 17 ministros, algunos muy famosos, más mujeres que hombres, casi un cuarto más, y por tanto más caros, que los y las 13 de Rajoy.
Las imágenes presentan jueces y fiscales, un Borrell españolista, mujeres economistas, una médico que ponen de economista, un astronauta y una diputada que hace ondear el capote para llamar al toro, Meritxel Batet.
Esta señora ha proclamado que para el torero “es urgente y deseable” cambiar las reglas del juego constitucional por exigencia de unos levantiscos animalistas, los separatistas catalanes, que gritan contra el espectáculo, mientras la plaza exhibe banderas españolas; aunque más la plagarán si sigue adelante esa promesa.
 Los animalistas boicoteadores son menos de la mitad del palco catalán, uno de 17 existentes, aunque hay otro pequeñín, el vasco, que también protesta, mientras la mayoría advierte que quien quiera irse de la plaza que se vaya, pero que ese lugar es de ellos.
 El torero Sánchez cree que con su apuesta figura, traje, capa y adornos ministeriales puede cambiar las reglas del toreo, pero el toro seguramente saldrá deseando cogerlo al ver que en lugar de una capa tradicional hay unos engaños muy atractivos.

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