Opinión

Rehabilitación de un asesino

Si Lluís Companys y Francisco Franco hubieran sido juzgados con los criterios que le aplicaron los Tribunales de Núremberg a los jefes nazis capturados tras la II Guerra Mundial habrían sido ahorcados: en aquellos tiempos la pena de muerte era común hasta en el mundo más civilizado.
 Sin embargo Pedro Sánchez ha rehabilitado en una “Declaración de reparación y reconocimiento personal” de su Consejo de Ministros el viernes en Barcelona a Companys, brutal asesino durante su mandato en la guerra civil como presidente de la Generalidad.
Sánchez añade que “Rechaza y condena el Consejo de Guerra que decidió su ejecución y se proclama pública y solemnemente el reconocimiento y restitución de su dignidad”.
Companys proclamó por primera vez la República catalana levantándose contra la española el 6 de octubre de 1934, lo que provocó casi 50 muertos hasta su rendición ante un general catalanista moderado, Domingo Batet, fusilado también por Franco por mantenerse fiel a la República.
El líder separatista, encarcelado poco tiempo y rehabilitado como presidente catalán, cooperó y ordenó el asesinato de entre 8.000 y 9.000 catalanes durante la guerra civil; huido y devuelto desde Francia por los nazis, el régimen de Franco lo fusiló en 1940.
Esta rehabilitación ordenada ahora es otro plagio: Rodríguez Zapatero ya lo había hecho en 2010 para congraciarse, como el doctor Sánchez, con el separatismo. Companys fracasó con su insurrección, pero en algo fue precursor de la Eslovenia que evocó hace poco Quim Torra como modelo para la independencia catalana; país al que le ayudó en 1991 la descomposición de Yugoslavia, Estado artificial creado en 1918.
 Coincidencias: en 1934, PSOE y UGT asturianos iniciaban una revolución sovietizante y Companys y los separatistas, de entonces y ahora, creían que la España en crisis se descompondría.

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