Mariano Rajoy está sometido a ataques opositores por casi todas las partes, sobre todo porque nadie le perdona el PP la presencia de sus corruptos, que son noticia constante.
Sus latrocinios probados, sin embargo, son inferiores a los de otros partidos, como CiU o PSOE, pero no importa: la percepción general es que esos corruptos han robado toda mejora social.
La suma de muchos años de los fraudes de los Populares descubiertos no llega a mil millones de euros, cuando los presupuestos de gastos del Estado, sólo en 2017, sumaron 443.136 millones.
Pero un tsunami de “indignados”, jubilados o funcionarios, comienzan a recordar las protestas previas a las elecciones de 2004, que ganó Zapatero y perdió Rajoy, culminadas tras los atentados de islamistas de Madrid, con 192 muertos.
Rajoy necesita la aprobación de los presupuestos de 2018, porque probaría que cuenta con al menos la mitad más un diputado del Parlamento.
Para salir del cerco, al que comienza a unirse su aliado eventual Ciudadanos, necesita a los cinco miembros del PNV, que explotan vampiresamente al precario gobierno Rajoy, aunque en realidad a los demás españoles.
Como acaba de demostrar un análisis de Joaquim Coll, la aportación efectiva del Gobierno vasco a la solidaridad territorial a través del nuevo Cupo para conseguir el apoyo presupuestario, se reduce “a la irrisoria cifra de 27 millones”. El PSV-PSOE, socio del PNV en su territorio, también lo apoyó.
Rajoy cedió también en la Ley de Secretos Oficiales y ha logrado que la Fiscalía del Estado pidiera este martes la libertad para el jefe policial de golpismo catalán, Joaquin Forn, detenido por el Supremo.
Pero ese tribunal rechazó ayer, miércoles, esa demanda del PNV a Rajoy a cambio de permitir que continúe el 155 en Cataluña, del que antes exigía su levantamiento.
