Opinión

Podemos, ¿a quién sirve?

Los datos de la financiación por habitante en cada Comunidad Autónoma descubren que la reciente aprobación del Cupo vasco en el Parlamento es un golpe contra los demás españoles avalado básicamente por PP, PSOE y Podemos, y rechazado únicamente por Ciudadanos y el valenciano Comprimís.
El Cupo para los próximos cinco años mejora lo que las instituciones vascas pueden invertir en cada ciudadano, que ahora está en 4.654 euros anuales, y que podrá rondar los 4.850.
El Concierto Económico, aprobado constitucionalmente, establece que las Diputaciones vascas recaudan todos los impuestos y que después pagan los servicios del Estado en su territorio o para beneficio de éste con la oscura fórmula que establece el llamado Cupo quinquenal.
La Comunidad Valenciana está en el extremo opuesto: sólo dispone de 1.798 euros por ciudadano; el Estado es el encargado allí de recaudar los principales impuestos, como en las demás CC.AA., todas entre ambos topes.
Ciudadanos acusó al PP de concederle esta enorme prebenda al nacionalismo vasco, pero, asombroso, distintos portavoces del Gobierno, el PSOE y Podemos respondieron tachando a Albert Rivera de “nacionalista español”.
La situación es tan ventajosa para los vascos que Artur Mas ya la exigía en 2012, y ahora la reclama insolidariamente el líder socialista catalán, Miquel Iceta.
De acuerdo con la igualdad de los españoles que implanta la Constitución esta enorme diferencia puede interpretarse como inconstitucional: el cálculo del Cupo debería igualar a los ciudadanos en lugar de alejarlos.
 El PP paga así que los nacionalistas vascos apoyen los presupuestos para 2018. Pero que la izquierda haga a los ricos, más ricos, y a los pobres, más pobres debería ser inconcebible.
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