Por vez primera en la historia de la V República francesa la suma de los partidos de izquierda, socialistas, comunistas, ecologistas y extrema izquierda, “pesan” menos que la extrema derecha del Frente Nacional, FN, fundado por Jean-Marie Le Pen en 1972 y liderado desde 2011 por su hija, Marine.
Aunque la primera preocupación de los franceses fue y es el paro, “la inmigración, la inseguridad y el islam”, los temas clásicos del FN, se han instalado en el podio de las preocupaciones del francés medio.
Es una advertencia que trae el Juan Pedro Quiñonero, periodista de larga historia en Francia, que acaba de entrevistar al respetadísimo politólogo francés autor de quince libros, algunos sobre el FN, el profesor del Instituto de Estudios Políticos de Paris, Pascal Perrineau.
La izquierda socialista y comunista, el centro y la derecha, recuerda Perrineau, tienen una implantación obrera menos importante que la del FN, a la que ya votan el 30 por ciento de esos obreros.
Quizás, aunque esto no lo dice en la entrevista, porque la izquierda, incluso de alguna derecha, olvida que la Ilustración, que alumbró Francia desde el siglo XVIII, lo hizo para liberarse de3l poder medieval de la religión, para integrare a los ciudadanos en una misma cultura social, y para crear un sistema civil de protección ciudadana.
Se han trastocado los valores: desdeñar la doctrina islámica, como se hizo entonces con la católica, no se alaba como actitud liberadora, sino que se condena como islamofobia.
En nombre del multiculturalismo se permite que parte de las sociedades avanzadas sea controlada por inmigraciones que rechazan la integración, y se declara a los delincuentes víctimas, y a las víctimas culpables.
Olvidado el porqué del Siglo de las Luces, el FN se amplía agitando sus banderas.
