Opinión

El odio a Ortega

Amancio Ortega, el propietario de Inditex y cuarto hombre más rico del mundo, ha agigantado el odio que le profesan personas como Pablo Manuel Iglesias tras donarle a la Seguridad Social 320 millones de euros para que todos los hospitales públicos españoles adquieran los equipos radiológicos más avanzados en la lucha contra el cáncer.
En uno de esos mensajes de Twitter que condensan su formación humanística Iglesias Turrión señaló a Ortega como terrorista por ser una de las personas más acaudaladas del planeta.
El periodista buscador de enigmas Iker Jiménez dice que quienes piensan así poseen “un gen deforme, un gen raro”.
Para llegar a rico Ortega se inició cosiendo batas de sol a sol muchos años, más que los obreros del tercer mundo que trabajan para su empresa, gracias a la cual han superado las constantes hambrunas que asolaban las regiones donde viven.
Ese “gen deforme” que Jiménez le atribuye a quienes odian a los creadores de trabajo y riqueza mientras ellos no producen más que odio fruto de la envidia, no es un gen, es la reacción de la maldad enfrentándose al bien.
Es el mal que detesta la bondad; en el mundo judeocristiano es Caín, que por envidia mata a su hermano Abel, y Satanás luchando contra Dios.
Siendo Satanás creación del propio Dios y el hombre también, ambos tienen una parte divina. Hay personas más divinas, más rousseaunianas que satánicas, y viceversa, como ocurre con el ying y el yang oriental.
Pero en este mundo posmoderno hemos sustituido el mal y el bien por figuras penales y leyes en lugar de juicios morales o éticos.
Para el cronista Ortega está cerca de la divinidad; y sobre Iglesias y los suyos, juzgue usted y dicte su sentencia.

Te puede interesar