Opinión

No es España contra Cataluña

Hasta que el Rey no advirtió en televisión la semana pasada que la traición de los separatistas a la Constitución era intolerable, las fuerzas políticas excepto Ciudadanos atribuían la insumisión de la Generalidad a la torpeza de Mariano Rajoy por no negociar una salida al conflicto “entre Cataluña y España”.
 “España está contra Cataluña” y “España contra el pueblo catalán” denunciaban Artur Mas y Carles Puigdemont porque Rajoy no le concedió a la Generalidad más privilegios que los que ya tenía.
 El separatismo está usando el lenguaje como los nazis (“LTI. La lengua del III Reich”, Victor Klemperer) para tatuar su segregacionismo en el cerebro de catalanes y demás españoles.
 Sus primeros éxitos fueron separar la idea de Cataluña de la de España, e imponer la de que hay un único pueblo catalán distinto al resto de los españoles.
 Pedro Cataluña es sólo un territorio. Y hay más de un pueblo catalán como demostró la gigantesca manifestación españolista de este domingo, respuesta al falso referéndum de los independentistas del domingo anterior.
 Pero mucha gente ha integrado ese tatuaje neurolingüístico separatista, y en el mismo gobierno Rajoy hay ministros que lo obedecen inconscientemente: “Cataluña y España deben entenderse”, dice el ministro Luis de Guindos, lo que supone acatar la idea de que son dos entidades diferentes.
 Más grave aún es el caso de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que este lunes dijo en una entrevista que el Gobierno convencerá a los catalanes “para que no se vayan”, con lo que acepta la idea fundamental pero imposible de los independentistas de que “pueden irse”.
 Y será imposible mientras se mantenga el Artículo 2 de la Constitución (unidad e indisolubilidad de España), como recordó sin tatuajes manipuladores el Rey.

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