Opinión

Los trasvases de Borrell

El invierno y esta primavera trajeron tanta lluvia a España que buena parte de sus embalses se recuperaron tras una larga sequía, lo que atenúa temporalmente el miedo a la situación de hace un cuarto de siglo cuando cuatro años de sed desertificaron parte del país.
 Situación que había llevado a Josep Borrell, ministro de Obras Públicas de Felipe González, a proponer la creación de una red de trasvases con 150 embalses que enviara agua a las partes más secas de la costa mediterránea.
El hoy ministro de Exteriores defendía los trasvases por sus beneficios para la ecología, los ciudadanos, la agricultura y para la cohesión nacional, pues unía aumentaba las interdependencias, como Aragón con Cataluña, Valencia y Murcia.
Iguales razonamientos que los de otro ministro socialista de la II República, Indalecio Prieto.
Cayó el gobierno de González sin aprobarse el plan, llegó el de Aznar, que lo recuperó y reformó tangencialmente.
Pero la solidaridad interregional fue atacada desde Aragón al exigir riego para sus zonas áridas antes que en las mediterráneas —con las riadas anuales del Ebro tirando al mar muchos trasvases juntos—, y sobre todo por el separatismo catalán abanderado por ERC, que rechaza la cohesión entre españoles.
Aznar fracasó y llegó Zapatero, que se plegó a ERC y lanzó un plan de desaladoras con Cristina Narbona de ministra —pareja de Borrell y hoy presidenta del PSOE—, que a pesar de construirse y producir menos que lo prometido provocan gastos inmensos, especialmente de energía cuya producción genera más CO2 que varios trasvases.
Pedro Sánchez defiende las desaladoras, cuando los trasvases –Borrell, atrévase a decirlo-- son más eficaces y ecológicos, más aún si fuera cierto que afrontaremos un cambio climático…, ayudado por las desaladoras, entre otros contaminantes.

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