Opinión

La mentira del debate

En esa pelea antropófaga por la Secretaría General del PSOE entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, con el tercer candidato, Pachi López, evitando ser comido por ellos, todos ocultaron la verdad que explicaría el harakiri que están haciéndose los socialistas.
 Mintieron al callar que a finales de octubre de 2016, y tras diez meses de gobierno en funciones, 68 de los 85 diputados del PSOE “tuvieron que abstenerse forzosamente” para facilitar que Mariano Rajoy resultara elegido presidente del Gobierno.
 Porque si no lo hacían él convocaría nuevas elecciones y entonces el PSOE obtendría como máximo 60 diputados, incluso 40, según sus propios sondeos.
 Pedro Sánchez con su obsesivo “no es no” a su insultado a Rajoy, su única doctrina ideológica, y el creciente desapego popular a su figura de señorito del que nadie se fía, llevarían al PSOE a la marginalidad en unas terceras elecciones.
 Bajo Sánchez, el PSOE había perdido 20 diputados, de los 110 de 2011 a 90 a finales de 2015, y cinco más, cayendo a 85, tras la repetición electoral por falta de una mayoría gubernamental, a mediados de 2016.
 Por ello el socialismo histórico había tenido que derrocarlo de malas maneras, aunque menos malas que las suyas con quienes no halagaban su soberbia egolatría.
 Sí, como dijo Díaz, el problema de Sánchez es Sánchez, que ya había comenzado su mandato en el partido en julio de 2014 purgando a dirigentes poco afines a su endiosamiento.
 Y ahora su obsesión sigue siendo Rajoy y vengarse de sus opositores del PSOE, o viceversa.
 Ninguno de los tres candidatos quiso decir esta gran verdad: las terceras elecciones sin la abstención iban a ser el descalabro definitivo del PSOE, y por haberlo ocultado la agonía socialista empeorará.

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