Opinión

It's islam, stupid

Decía Bill Clinton en su frase más memorable: “It's the economy, stupid”, y ahora ningún Clinton ni ningún líder occidental se atreve a proclamar “It’s islam, stupid”.
 Pero los dirigentes musulmanes sí. Al menos, indirectamente: Arabia Saudita, Egipto, Bahréin y los siete Emiratos Árabes Unidos, han roto sus vínculos diplomáticos y comerciales con Qatar, acusándolo de financiar el terrorismo islamista.
Terrorismo religioso que niegan los políticos occidentales, los islamofílicos como Podemos, a la vez cristiano-judeofóbicos, o el sinuoso embajador deportivo de Qatar con contrato de diez millones de euros y nuncio del independentismo catalán, Josep Guardiola.
Esa ruptura es una de las consecuencias del reciente viaje de Donald Trump a Arabia Saudita, cuya monarquía propaga simultáneamente el rigorismo wahabí, que construye mezquitas y sostiene imanes fanáticos por el mundo occidental, maestros de terroristas: los de las Torres Gemelas de Nueva York eran alguno de sus acólitos.
Qatar, a su vez, es una monarquía absoluta regida por el emir Tamim bin Hamad Al Thani, también sunita pero aliado de Irán como cuña frente a Arabia Saudita.
El reino es el gran protector de una Orden de fanáticos expansionistas, los Hermanos Musulmanes, que aunque sunitas son otra bomba que le vale a Irán para ampliar el terrorismo por el mundo.
Con el fracaso de las Primaveras árabes, el dinero de Qatar duplicó la ayuda que daban los estadounidense a Egipto, y así llevó a la presidencia con ayuda iraní en 2012 a Mohamed Morsi, dirigente de los Hermanos Musulmanes.
El ejército egipcio –y los sauditas y EE.UU-- depuso a Morsi, mientras las distintas facciones islámicas seguían enfrentándose en todo el cercano oriente y atentando en occidente.
A ver cuándo los dirigentes del mundo occidental se atreven a decir el origen “It’s islam, stupid”.
 

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