Opinión

Entramos en "Matrix"

El cronista acaba de asistir a un coloquio sobre el futuro de la humanidad en el histórico Storey's Gate London, al lado del Palacio y de la Abadía de Westminster, en el que el analista tres veces Pulitzer Thomas L. Friedman, y el historiador del futuro, el israelí Yuval Noah Harari, hablaban sobre el mundo quizás aterrador que está naciendo con la inteligencia artificial.
 El cronista no estaba en Londres, sino en ante una televisión de 55 pulgadas y en tres dimensiones –el aparato cuesta como un Iphone X—a través de fibra óptica con 500 megas y capacidad para muchos más, sistema de comunicación que ya está en media España y que en cuatro años la cubrirá enteramente.
 Quizás usted esperó muchas horas como el cronista para conseguir una conversación telefónica casi ininteligible con  alguien a 50 kilómetros, así que imaginarse entonces este salto tecnológico en una sola generación era ciencia-ficción.
Lo importante fue lo que expuso el autor de dos libros que han puesto a repensar el mundo a notables historiadores y filósofos: “Sapiens: De animales a dioses”, con el que se hizo mundialmente famoso, y el más revolucionario aún, de 2016, “Homo Deus: Breve historia del mañana” (ambos, en Debate).
 Parte de la visión de Harari es aterradora: la inteligencia artificial, que avanza a velocidad asombrosa, hará aparecer enseguida y en todo el planeta, una “clase global inútil” que no se sabe de qué y cómo vivirá, y que podrá ser manipulada por sentimientos introducidos por algoritmos informáticos.
 Un mundo “Matrix” creado autónomamente por las propias máquinas o por programadores, y que ya más aterrador o esperanzador que la energía atómica, tecnología disruptiva que puede ser buena, pero que a la vez es capaz de destruir el planeta.

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