Opinión

Emergencia en Alemania

Es muy preocupante que la canciller Angela Merkel haya presentado un proyecto de defensa civil para toda Alemania presuntamente frente a ataques indiscriminados del terrorismo yihadista; aunque ella, como los demás políticos occidentales, niegue su origen religioso.
 El Estado Islámico y su DAESH amenazan con envenenamientos masivos, bombardeo de centrales nucleares, ataques generalizados a la población, grandes atentados y goteo de lobos solitarios.
 La medida de Merkel propone que los 82 millones de alemanes almacenen en sus viviendas agua, comida, y bienes de primera necesidad para vivir hasta diez días aislados; además, anuncia la posible vuelta al servicio militar obligatorio, hoy voluntario, y otras disposiciones propias de la preparación para una guerra.
 Hasta los 1990 estas prevenciones hubieran sido comprensibles por el choque político e intimidación militar mutua entre el mundo occidental y el comunista, bajo el que estaba una parte de Alemania.  Pero caída la URSS y su sistema, y a pesar de sus avances sobre territorios ex rusos, Vladimir Putin no preocupa a las poblaciones de cultura judeocristiana tanto como el avance del islam terrorista sobre Europa.
 Muchos alemanes cristianodemócratas como Merkel, y creciente número de otros europeos, no se explican por qué sigue refugiando en Alemania, sin investigar su origen e intenciones, a oleadas de musulmanes entre los que, aunque fueran minoritarios, llegan terroristas decididos a atacar y conquistar el mundo no islámico.
 Entre la población alemana crece el rechazo a esta “invasión” cuya conducta una vez dentro alimenta a la ultraderecha; porque, aún sin terrorismo, muchos refugiados acosan a las mujeres locales, y otros muchos se niegan a integrarse o a trabajar, exigiendo vivir de subsidios “porque estamos aquí como invitados de Angela Merkel”.
  “Refugees Welcome”, sí, pero antes de recibirlos debe saberse quiénes y cómo son.
 

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