Opinión

Curriculos ciegos

La nueva intromisión del gobierno de Mariano Rajoy en la vida interna de las empresas privadas es una acción típicamente socialdemócrata: imponer los currículos ciegos, en los que quienes soliciten trabajo no aporten foto ni nombre, supuestamente para evitar discriminaciones.
 En el campo laboral esto es como el igualitarismo en las escuelas impuesto por socialdemócratas desorientados y buenistas por el que los más listos deben adaptarse al ritmo de estudio de los más torpes, lo que hace a todos igualmente tontos.
 Las empresas privadas tienen derecho a elegir su personal sin que se les marque norma alguna, y menos con cuotas de sexo y/o tendencias sexuales, y quizás después religiosas o étnicas.
 Como en ello les va la supervivencia, elegirán a los mejores, sean hombres, mujeres, blancos o negros, gais o heteros; si lo hacen mal se arruinarán, como es su destino.
 El proyecto, anunciado por la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat “trata de luchar contra la discriminación laboral y promover la paridad entre hombres y mujeres”.
 Pero cada empresa tiene una cultura, unas demandas concretas de trabajo, y selecciona a sus trabajadores por las capacidades necesarias en cada lugar.
 Pero aquí está este proyecto que le niega el derecho a una casa de modas femenina, por ejemplo, a rechazar inicialmente a hombres o a modelos feas de un metro de altura.
 En las guarderías suele haber mujeres porque los padres las prefieren a los hombres, aunque sea por una errónea prevención frente a posibles pederastas; así hay infinitos trabajos para mujeres u hombres.
 Con este proyecto Rajoy demuestra ser un socialdemócrata de libro, aunque los socialdemócratas oficiales le llamen reaccionario, calificativo aplicable tanto a él como a esos opositores progresís por apoyarlo en esta ilógica intromisión laboral.
 

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