Opinión

Cupo catalán

Aunque no se celebre el referéndum independentista la Generalidad catalana podría estar ganándole su batalla político-económica al resto de España sólo con sus amenazas.


 Es lo que podría deducirse de la inesperada petición del apaciguador Mariano Rajoy para que Carles Puigdemont acepte negociar “como hace el Gobierno vasco” con su ventajista Cupo.
 Los conciertos económicos vasco y navarro, que se incluyeron en la Constitución tratando de desactivar el terrorismo etarra son gabelas por las que allí pagan menos impuestos y reciben mejores servicios.
Derechos que deberían derogarse en cualquier revisión constitucional, pero, al contrario, Rajoy parece prometerle algo así al nacionalismo catalán.


Lo anunció este sábado ante de las Nuevas Generaciones del PP en Bilbao al pedirle a los independentistas que sigan el ejemplo de cooperación del gobierno vasco con el suyo para la mejora de su Cupo hasta 2022.


Apoyo logrado con un enorme precio inicial que pagamos todos: aparte de que el Cupo vasco le abona poco al Estado, Rajoy le devuelve 1.400 millones de euros a cambio del apoyo del PNV a los Presupuestos de 2017.


 La propuesta a Puigdemont debería indignar en otras regiones españolas y a quienes confiaron en la firmeza gubernamental frente a la soberbia del independentismo.


 Sorpresivamente Rajoy se propone apaciguar con nuestro dinero las bravatas de la Generalidad catalana, aplaudidas por muchos de sus ciudadanos porque ya otean fondos detraídos de los demás con los que no contaban.


 Nuevo refrán: quien no amenaza no mana. Así, sí que se crean independentistas.


 Aclare usted esto señor Rajoy o estará demostrando la cobardía de la que le acusa José María Aznar.


 Una única esperanza: que todo fuera una estrategia para demostrar la bondad rajoyana frente al fanatismo independentista, que posiblemente ya no puede volverse atrás.

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