Opinión

Companys: asesino asesinado

Considerar mártir de Cataluña a Lluís Companys, el presidente de la Generalidad fusilado por el franquismo en 1940, es una injuria, una indecencia: se glorifica a un asesino solamente porque fue asesinado.
 Era cruel y brutal, tanto, que ordenó matar al rival que le robó a su amante; y durante la guerra civil mandó crear checas, muchas dirigidas por su partido, ERC, y participó y/o autorizó el asesinato de entre 8.000 y 9.000 personas, de ellas centenares de religiosos y medio centenar de periodistas.  Muchos catalanes, incluidos los socialistas, han obrado este jueves día 15, en el 75 aniversario de su fusilamiento tras un juicio sumarísimo franquista, como esos frikis alucinados que le declaran su amor a los sádicos asesinos en serie como Charles Manson.
 Aprovechaban además que la fecha coincidía con la declaración judicial de Artur Mas por varios presuntos delitos convocando en 2014 un referéndum ilegal de independencia en contra de la prohibición expresa de Tribunal Constitucional.
 En España hemos creado leyes de memoria histórica para recordar los horrores del franquismo, pero nadie se atreve a pedir la revisión de los asesinatos republicanos, nacionalistas y del Frente Popular, en la II República y la guerra 1936-1939.
 Aunque en menor número por falta de fuerzas y tiempo, sus crímenes fueron igualmente horribles, sádicos y masivos, y en Cataluña Companys fue su gran responsable.
 Estas ceremonias honrando a Artur Mas amparándose en el recuerdo de Companys resultan homenajes a alguien que, antes que asesino, fue golpista durante la insurrección en 1934 contra la II República para proclamar la República catalana.
 Mas debe analizarse como otro Tejero, que tenía un mandado democrático no electo, pero sí legal, como militar servidor de la democracia: cuando ambos desacatan la Constitución, resultan igualmente golpistas.

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