Opinión

Calzonazos

Durante el año que acabó 47 mujeres fueron asesinadas en España por sus parejas y exparejas, un dato terrible.
 Hay hombres, sin embargo, que también sufren pero sobre los cuales no hay datos fiables: los calzonazos.
 Todos conocemos a alguno de ellos. Su mujer humilla y quizás golpea en la intimidad, a los que la Ley de Violencia de Género no tiene en cuenta, infelices que sufren un infierno familiar permanente.  Usted y yo hemos observando abochornados cómo los desprecia su mujer. O su novio, porque el calzonazos, que tiene un carácter apocado, aparece también entre los gais.
 “Eres un inútil, todos se ríen de ti, y si no fuera por mí no sobrevivirías”, le dice su pareja, advirtiéndole que sin ella morirá en la calle como un perro abandonado y atropellado.
 Quizás haya más calzonazos que mujeres maltratadas. Algunas estadísticas poco precisas aventuran que son entre el diez y el quince por ciento de los varones con pareja, por lo que en España hay varios millones.
 Aunque para la ley es un macho capaz de lesionar, es al revés: todos lo lastiman, incluso sus hijos se burlan de su apocamiento.  “¡Exige un aumento de sueldo, inútil, que nos haces la vida difícil!”, le dice su pareja, que quizás se ha traído a vivir de su víctima a padres y hermanos.
 Un día el calzonazos imita a los machistas y le llama débilmente malvada a su mujer y la dama acude inmediatamente al juez y denuncia al infeliz por maltrato.
 Lo encerrarán, después seguramente será condenado a prisión, quedará sin casa y con el sueldo para ella.
 Y el calzonazos quizás decida terminar como -¿muchos?- de los 2.718 suicidas varones españoles de 2017, casi tres veces más que las mujeres suicidas, 961.

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