Opinión

Boicot centralista podemita

Una curiosa muestra de centralismo madrileñista se debe a dos senadores de Podemos que han exigido que se prohíba el consumo de Coca Cola en la Cámara Alta porque  “Si Madrid no fabrica, Madrid no consume”, según proclaman en una nota de prensa.
 El Senado representa a toda España por lo que la demanda es incongruente: aunque la empresa cerró su fábrica de Madrid, en la localidad de Fuenlabrada, sigue produciendo en otras factorías del país.
 Resulta además que los senadores demandantes son Iñaki Bernal y Vanessa Angustia. Él es navarro/vasquista y ella nacionalista gallega de En Marea: en cuanto llegaron al Foro quedaron abducidos y, qué renegados, se volvieron centralistas madrileños.
 Este enfado podemita con la multinacional reconoce que Podemos nació porque la izquierda histórica, PSOE y PC se había corrompido y que por ello venía a sustituirla.
Con Franco, un buen izquierdista rechazaba trabajar en empresas como Coca Cola, y el buen podemita tampoco debería hacerlo.
Tendría que demandarle a todos los ciudadanos que no consuman símbolos del imperialismo yanqui, como se enseña a los chavistas en los mítines bolivarianos.
Un podemita debe pedir la expropiación de estas transnacionales, como Fidel-Chávez-Maduro, y crear una bebida nacional revolucionaria, como la Tropicola cubana, que resultó tan horrible que en 2007 fotografiaron a los hermanos Castro bebiendo secretamente la genuina.
Cuba invita ahora a Coca Cola a enviar allí las máquinas madrileñas para fabricar el producto original con trabajadores a doce euros mensuales de sueldo.
 Tras esto, la última demanda podemita es eliminar el delito de enaltecimiento del terrorismo, lo que supone legalizarlo para invitar a asesinar.
Aunque es un delito pocas veces condenado por los jueces, debe seguir como semáforo rojo para proclamar la repugnancia que provocan quienes se lo saltan.

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