Opinión

Señor Mas (o menos)

Coincido con usted en que no me gusta la orina de este enfermo- aunque esta terminología sería más bien aplicable a Pujol, su padre político, que para eso es licenciado en Medicina, que no doctor, como hacía constar en su currículo)- llamado España -sí, aunque debiera utilizar el femenino, pero también Rosario puede ser nombre de hombre. Yo es que veo cuando puedo “La que se avecina”-, cuyo epitafio, bien podría rezar, utilizando palabras de José de Larra: “Aquí yace media España, murió de la otra media”. Tierra de bandoleros, toreros y gitanos, como la definió Prosper Mérimée
No me gustan estos españoles, y por eso tampoco me gusta usted, que es la versión más españolizada del quijotismo y el celestinaje, una simbiosis perfecta del espíritu contradictorio del paisanaje que pulula  por esta piel de toro- perdone por la mención tauromática, que ya sé que usted los cuernos le producen sarpullidos- yendo siempre detrás de los curas,  con el cirio o con el garrote.
Mire, a mí también me dan ganas de separarme de estos neandertales hispanos, siempre pendientes de si su vecino tiene el hacha más afilada para cegarla,  o donde se acepta que le arranquen un ojo, si al vecino le sacan los dos, y  donde, como reconocía Machado, “de cada dos españoles, uno embiste”. 
En ocasiones he propuesto al presidente de la Comunidad incluir en el orden del día, como primer punto a tratar, votar si nos independizamos del resto, pero resulta que cada uno quiere hacer de su casa su propio Estado con sus propias leyes, como buen dictador, que es la vocación que realmente llevamos dentro.
A diferencia de usted, yo quiero separarme, pero llevándome sólo el ajuar. Usted quiere llevarse el inmueble, que es del banco –es decir de España- ya que usted solo tiene el usufructo. Ni siquiera se trata de un contrato de renting, y menos de leasing, sino, en todo caso, de aparcería.
Pero lo más insólito es que en su esquizofrenia política prefiera usted a los “mojamés”, que no conocen ni papa de español, con la peregrina idea de moldearlos a la catalana, que a los simpáticos “sudacas”, porque ya vienen resabiados con la lengua mamada de su harpía madre patria y pueden contaminar esa virtuosa cultura del 3% - ¿o era del 5%?- de la que presumís. Eso suena a discriminación y en el pecado llevará la penitencia, pues lo que conseguirá será un conflicto de culturas, y de ese horno saldrán unos panes como tortas, salvo que lo que realmente pretenda sea convertirse en el primer califa de Catalunya.
¡Salam Aleikum!,  jeque Mas (o menos).

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