Opinión

Niños bomba

Pues, dilecta leyente, a esa edad en que los niños en Occidente juegan al Pokémon Go, otros chicos de su edad en algunos países árabes son privados de la diversión desde su tierna infancia, para convertirse en asesinos al servicio de organizaciones criminales o esclavas sexuales de los gerifaltes de aquéllas.
Así, el Daesh, uno de los grupos terroristas más temido, recurre a niños entre 10 y 14 años como portadores de bombas para llevar a cabo acciones suicidas, a los que previamente han sometido a un intenso proceso de lavado de cerebro. Esto lo facilita la baja escolarización, dado que los colegios son “objetivo de guerra” y, por ello, ante la incultura,  las posibilidades de ser engañados son muy altas. La consecuencia es que los menores que viven en el autoproclamado califato islámico han dejado de aprender a leer y escribir para aprender a luchar y odiar a Occidente, reconvertidos en “soldados de Alá”, con la misión de matar infieles. Sólo así se puede convencer a un chaval a que se ponga 20 kilos de explosivos en la espalda y se haga estallar.
Para atraer a los niños, dicen los expertos, estas organizaciones criminales recurren a la propaganda, recorriendo en autobús ciudades y pueblos con altavoces, donde les engañan con el pretexto de ver películas de dibujos animados. Pero cuando suben, los terroristas les dan charlas sobre su versión más extrema del Islam. Luego, los trasladan a campos de entrenamiento donde se les instruye sobre el uso del kalashnikovs y la técnica del degollamiento para acabar con el enemigo.
Pero es que, además, estos niños soldado combaten con más fiereza, “pues no siempre saben qué es lo que están realmente haciendo y además  su apariencia juvenil los hace objetivos menos evidentes para los servicios de seguridad”, máxime si les vistes con la camiseta de Messi, como ha ocurrido. También resultan más baratos en comparación con los adultos: consumen menos alimentos, no necesitan cobrar tanto como los mayores y por su inmadurez son más fáciles de reclutar.
Para mayor desazón, la búsqueda de mano de obra se extiende a Europa, recurriendo tanto al secuestro sistemático de mujeres como a la captación de jóvenes. Sobre todo dentro de los de la segunda generación de emigrantes, que no han interiorizado los valores democráticos del país de acogida.
En cuanto a ellas, según informaciones, más de 30.000 mujeres embarazadas están en las regiones controladas por Daesh, e igualmente son utilizadas por otros grupos terroristas, como “Boko Haram”, que no sólo secuestra y convierte en esposas forzadas, sino que también emplea a las niñas  en atentados suicidas.
El problema va a ser el de la rehabilitación, si una vez son liberados y liberadas.
 

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