Opinión

Jaque al jeque

Pues, dilecta leyente, cuidado con caer en el timo del “romance scam”, como el que han puesto de moda unos ciudadanos nigerinos, en el que meten por medio a un falso jeque; en este caso el elegido fue el primer ministro de los Emiratos árabes.
Los bandarras utilizan las más depuradas técnicas psicológicas y despliegan complejas habilidades sociales, con la participación de diversos cómplices, en una amalgama de halagos y promesas de matrimonio a la víctima, junto con sentimientos de solidaridad a las víctimas de la guerra de Siria y, claro está, una vez que la mujer cae en la red: ¡Pasta para ayudar a los “refugiados”!, que el del turbante devolvería.
El timo está muy bien trabajado, pues hasta utilizan la imagen del jeque real saliendo por videoconferencia, a la que insertan la voz del ciberdelincuente y justifican la no intervención directa del “pasha” en las ayudas económicas, para evitar un conflicto diplomático; pero cometieron un error, llevados por el exceso de confianza y la avaricia, como fue exigirle, encima, pagar unas tasas por el supuesto reintegro de los adelantos que ella había hecho. Puesta ésta en contacto con la embajada española en Dubái, pues ya comenzaba a estar mosqueada, se descubrió el pastel.
Esta vez la víctima venciendo la vergüenza, que suele impedir que se persigan estos hechos, denunció el timo y se aprestó a montarles una trampa, en la que los waltrapas cayeron en las manos de la pasma. Aquí se buscaba la sensibilidad de la víctima, obtenida la información en las redes. El perfil era de una mujer de determinada clase social y especialmente vulnerable.
Otros timos atribuidos a esta mafia africana son el  denominado de las “cartas nigerinas” y el del de los “billetes tintados”. En el primero, la víctima es aleatoria y envían cartas a todos los países, normalmente en mal inglés, confiando en que alguien pique  en la creencia de que es el heredero de una importante fortuna de un hipotético pariente lejano, pero que tiene gastos de abogados, etc.; que es donde está la guasa. El segundo va más bien dirigido a empresarios autónomos. Uno de los cuales tuvo lugar en Vigo, hace un par de años, y  consiste en hacer creer que a través de unos determinados productos químicos aplicables a unas cartulinas blancas estas se convierten en billetes de 50 euros; que dicho así parece una tontería, pero que con la parafernalia que le echan la cosa puede colar.
Lo recomendable es “cortarse” un poco con las redes sociales, sobre todo no facilitando alegremente datos bancarios ni personales y, caso de duda sobre el “bisnes”, acudir a la policía o a la embajada en busca de información.
 

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