Opinión

La edad del amor

Pues, dilecta leyente, este país en lo que se refiere a la legislación sobre el menor, padece de esquizofrenia aguda. Por una parte, el Código Penal considera al menor que no ha cumplido los 14 años como inimputable, por falta de capacidad para distinguir el bien del mal y por lo tanto con “licencia para matar” y, por otra, lo considera con la suficiente capacidad de obrar como para contraer matrimonio. Nuestro Código Civil venía estableciendo la edad mínima para casarse en 14 años (para esto, por lo visto, sí eran conscientes de lo que hacían); más bien parece que el legislador se tomaba el matrimonio a chirigota. Antes, lo habitual era casarse con la novia de toda la vida, después de la “mili•, cuando él se había hecho un hombre y ella había aprendido a cocinar y planchar. Claro que ahora las cosas podían ser al revés y no creo que hubiera mayor problema.
¿Y que dice la Iglesia al respecto? Pues partiendo del aforismo religioso de que “el amor disculpa todo, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta” y teniendo en cuenta que para el Derecho Canónico uno de los fines principales del matrimonio es el remedio de la concupiscencia, tal vez resulte justificada la unión entre menores con las hormonas en incipiente efervescencia.
     Ahora viene Mariano con los recortes. ¡Pero alma cándida, a buenas horas mangas verdes! Ahora que los chavales están doctorados en Kamasutra y saben hacer el helicóptero, la montaña mágica, el ventilador, el barco de vela, etc., cuando nosotros no pasábamos de la postura del misionero; y es que en el colegio la educación sexual no pasaba de la “orgía” de la reproducción de los guisantes.
Lo que sí parece demostrado es que estos chavales no llevan parejo el desarrollo físico con el mental, debido a que los hemos tenido demasiado tiempo en la placenta virtual, pero cuidado con acusarles de no estar capacitados para asumir derechos y obligaciones conyugales, cuando la experiencia nos dice que tampoco demostramos estarlo los mayores. Pero, además, aunque tuvieran la mayor de las voluntades de independizarse económicamente de los “viejos”, se encuentran con otros obstáculos legales, esta vez tanto de la normativa educativa que obliga a estudiar hasta los 16 años como de la laboral que prohíbe trabajar también antes de dicha edad.
Pero vayamos al grano, como diría el dermatólogo. ¿Se ha hecho un estudio comparativo sobre si duran más los matrimonios precoces o los de los adultos? Yo lo que vengo apreciando es que los matrimonios entre jóvenes que se conocen desde la guardería, resultan más fortalecidos, tal vez por ser los más puros o menos corrompidos por los intereses mundanos.

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